OPINION

Rodeados de yaquis y la GN, técnicos realizan trabajos cerca de la carretera; hay inquietud entre productores

Rumbos

Mario Rivas, columnistaCréditos: TRIBUNA
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DICE EL VIEJO Y CONOCIDO REFRÁN que “la burra no era arisca, la hicieron palos”. Es un dicho muy campirano y muy sabio. Por eso no debe extrañarnos que algunos propietarios de predios están preocupados por los rumores que se han esparcido de un tiempo a acá. Voy a contarle una breve historia, caro lector: entre 1975 y 1976, una ola de rumores cruzó los cielos de la República Mexicana. Se estaciona por semanas en zonas de alta producción agrícolas y grandes extensiones de agostadero. “Dicen que ya está decretada la expropiación agraria por el presidente Echeverría”, se corría la voz.

“Que ya empezaron a trabajar los técnicos por las noches”, se agudizaba la tensión. Allá por agosto de 1975, hubo una gran concentración de campesinos en la confluencia de las calles 5 de Febrero e Hidalgo, justamente frente al Palacio Municipal.

La figura principal era el presidente LUIS ECHEVERRÍA, los rumores insisten en que en ese mitin Echeverría daría la gran noticia de la expropiación.

Cuando se dirigió a la multitud, hubo quienes contuvieron el aliento. Y las palabras fluyeron lentamente.

LEA sorprendió cuando dijo que trae muy bien cargada la metralleta, si, pero la metralleta de la ley y de la justicia.

Echeverría engañó a los campesinos y a los agricultores, con la verdad.

Les dijo que solo aplicaría la ley para hacer justicia. Y a su modo, eso fue lo que hizo.

1975 se fue entre posadas, borracheras y llegó 1976. Pasaron los meses y se suponía que la acechanza de una expropiación, se alejaba.

Y llegó el 19 de noviembre. Solo le quedaban 11 días al Gobierno de Echeverría. Era creencia generalizada que si el mandatario no había firmado el decreto expropiatorio en los primeros meses del año, ya no podría ser a esas alturas. Le había ganado el tiempo. El movimiento se empezó a notar desde la tarde de ese día. Los restaurantes —principalmente el Merendero Dina, de JOSÉ LUIS PRECIADO-- se sorprendieron con los clientes que empezaron a llegar. Era gente de trabajo y todos traían grandes portafolios, instrumentos para mediciones, propios de técnicos del campo.

Y entonces el rumor largamente desmentido, se convirtió en realidad.

Al siguiente día, todos los diarios de Sonora y del país daban la misma noticia. La de la expropiación agraria en el sur de Sonora.

Sin la esencia social que Echeverría le dio a su anuncio de expropiación, el rumor que hoy se convirtió en realidad en terrenos supuestamente propiedad de la Tribu Yaqui, ha inundado las redes sociales con versiones que han puesto a temblar a muchos sonorenses.

De hecho, esta situación lleva muchos meses. Siempre negativamente para los propietarios agrícolas. Que sí, que no, y finalmente parece que ahora se va en serio.

Ayer recibí un mensaje en mi WhatsApp. Su tenor era de inquietud y quien me lo envió, hace mención de los rumores que desde hace meses han circulado sostenidamente en el sentido de que los yaquis, con la excusa de la reubicación y delimitación de tierras, se van a quedar mediante un decreto presidencial, con las tierras que por generaciones han trabajado productores del Valle del Yaqui.

En otras palabras: tienen miedo. Y con razón. Tengo, para mí, que a usted no se le puede escapar que ya en meses pasados, una turba de elementos golpeadores de la Etnia Yaqui, se abrieron paso hasta las inmediaciones de la Presa del Oviáchic (Álvaro Obregón), y a punto estuvieron de tomar por asalto propiedades de particulares, con el pretexto de que esos predios pertenecen a sus antepasados.

Naturalmente, todo esto no es sino la consecuencia de las consecuencias del discurso provocador de ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR.

Me cae que sí.

Total: los técnicos llegaron ya al punto de despegue. A los yaquis solo no hay que soliviantarlos mucho. El niño es sonriente por naturaleza y luego AMLO haciéndole cosquillas. Usted me entiende.

Vienen tiempos complicados, turbulentos. Y los presagios no podrían ser peores.

En fin.

DE AQUÍ, DE ALLÁ Y DE MÁS ALLÁ

DÉJEME DECIRLO, CARO AMIGO: ayer, como cualquier individuo de mi edad, fui a visitar al peluquero que durante muchas décadas es el que me corta el cabello…

Era el mediodía y su pequeño salón estaba solo. La soledad se podía sentir en la piel… --La pandemia me dejó casi sin clientes—me dijo, adivinando lo que estaba pensando… --Pero supongo que han vuelto todos, ¿no? --No, han vuelto algunos, pero otros ya no lo hicieran. Y creo que murieron con la pandemia.

ROGELIO LOZOYA WALKER, es hijo de español y de norteamericana. Anda en los 77 años y ha sobrevivido a cirugías muy agresivas. Muy pocas veces se ha ausentado del trabajo… Me cuenta cómo, poco a poco, se ha quedado solo. En su peluquería de calle Allende entre Tlaxcala y Tabasco, inició hace muchos años junto con el maestro CARLOS RODRÍGUEZ. Ellos venían de un lugar más elegante en el corazón de Ciudad Obregón…

--El maestro Carlitos se nos fue hace poco más de 6 años—recuerda…

¿De qué enfermedad murió nuestro amigo, Rogelio?

--De diabetes. Concretamente de los dos riñones. Fue mucho dolor…

Rogelio evoca a los grandes clientes, a don FAUSTINO FÉLIX ESCALANTE, a don PANCHO MUNGUÍA…

--Y el más reciente que se nos fue, mi candidato, Abel Murrieta…

--¿Abel se cortaba el pelo aquí?...

--Sí como no…

Rogelio Lozoya tiene una gran historia que vale la pena contarla completa. Está pendiente, quizá para la semana de enfrente, una charla con café y galletas en algún lugar fuera del trabajo… Lo cierto, señor mío, que la peluquería como yo y los de mi generación la conocimos, está en vías de extinción. Me dirá usted que está siendo rescatada por una nueva generación de estilistas, pero eso es otra cosa…

Ya casi no quedan peluqueros con la esencia de los que hacen ameno un corte de pelo con una buena plática no exenta —sin ánimo de ofender— de alguna fantasía…

Y mi amigo Rogelio, es uno de esos especímenes que agradaron las Trompas de Eustaquio de la gente, entre el sueño vivificante y las ganas de seguir escuchando las historias del “peluquero”…

¡Larga vida para ti, querido amigo!...

MIENTRAS TANTO, ANDA CIRCULANDO ya en las librerías el libro de JORGE RAMOS, titulado “17 minutos con el Dictador”…

En esta hora el controvertido periodista, director editorial de Univisión, narra cómo una entrevista que sería de treinta minutos, quedó en 17, con robo de cámaras, porque NICOLÁS MADURO no soportó las preguntas del periodista…

¿Sabe usted cómo empezó Jorge Ramos la entrevista?... Con esta pregunta: “Antes que nada, ¿Cómo debo decirle? ¿Dictador o Presidente?... De allí se llevaron a Jorge y lo encerraron en un cuarto y hasta el día siguiente fue liberado, gracias a la intervención del embajador de los Estados Unidos… Y AQUÍ, COMENTARIOS AL desgaire: el Ing. GILBERTO DOMÍNGUEZ PARADA, celebró — me cuentan-- a lo grande su cumpleaños número 64 el miércoles anterior… se le llenó la palapa de amigos y amigas… ¡Felicidades, Gil!...

Y POR ÚLTIMO: DESDE la ciudad de Phoenix, CHAYITO OROZ IBARRA, reporta que este fin de semana estará en Cajeme, lugar donde desde hace días anda circulando JULIÁN LUZANILLA CONTRERAS….

Es todo.

Le abrazo.

m.rivastribuna@gmail.com