Sonora, México.- Durante años, el Gobierno de México ha insistido en la prohibición del uso de maíz transgénico en el país, algo que afecta directamente a los productores de la mazorca amarilla en Estados Unidos (EU), mercado del cual la República Mexicana importa millones de toneladas para usos diversos.
Ante estos intentos, que vienen desde que el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) tomó posesión, la Casa Blanca ha incluso amenazado con medidas drásticas, como la aplicación de aranceles especiales a productos mexicanos o el bloqueo sistemático a ciertas importaciones.
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Por ello, y tras meses de discusión, el lunes pasado la Secretaría de Economía relajó las normativas antes impuestas al maíz importado; entre estos cambios, descritos en un nuevo decreto presidencial, se acota que el veto al maíz transgénico afectará sólo a su uso para el consumo humano, es decir, para la producción de harinas, masas y sus derivados.
Contra todo pronóstico, el gobierno de López Obrador dobló las manos ante Washington y cedió que el cereal sí pueda utilizarse a nivel comercial, industrial y agroalimentario, siempre y cuando no guarde relación con el consumo de los ciudadanos; para ello fue eliminada la fecha fijada anteriormente para poner fin al uso de la semilla transgénica.
La inesperada acción del gobierno llegó a días de que Estados Unidos reclamara una explicación fundamentada en aspectos técnicos y científicos en los que sustenta su veto al maíz transgénico; ayer vencía la fecha para brindar los argumentos, por lo que la autoridad mexicana se adelantó cediendo ante la presión, pero también aclarando que realizará las investigaciones pertinentes a través de la Comisión Federal para la Protección de Riesgos Sanitarios.
Nosotros no vamos a dudar, si debemos decidir entre la salud y las ventas, siempre será la salud; sabemos que estos productos son nocivos, no son buenos”, dijo el presidente López Obrador a finales del año pasado.
El problema de la situación, de acuerdo con los expertos estriba en que si bien México es autosuficiente en la producción de maíz blanco libre de transgénicos, no lo es en cuanto al maíz amarillo, pues importa tres de cada cuatro toneladas que requiere la industria, esencialmente para forraje de animales y la producción de jarabe de alta fructuosa.
Necesitamos importar maíz amarillo, entre otras cosas, como alimento para el sector pecuario, en el que México también es líder; sin ese maíz amarillo, pondríamos a todo el sector en un riesgo enorme”, explica Valeria Moy, economista y directora del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO).
Para Moy, el gobierno mexicano debió comprometerse a incrementar la producción propia de maíz amarillo y, ahí sí, reducir la importación, pero no lo hizo, lo que pone en entredicho a todo un sector económico.
Molestia trasfronteriza
El gobierno de Estados Unidos se dijo “decepcionado” tras el nuevo decreto presidencial sobre la importación del maíz amarillo transgénico. Tom Vilsack, secretario de Agricultura del gobierno de Joe Biden, explicó que su departamento se encuentra revisando a detalle el nuevo decreto, y que en conjunto con la Representante Comercial se asegurarán de que el comercio “basado en la ciencia, se mantenga firme”.
El funcionario estadounidense añadió en entrevista a Reuters que respaldará a los productores norteamericanos que exportan hacia México con “garantías totales de calidad”.
Señalar al maíz y acelerar la prohibición de la importación convierte al T-MEC en letra muerta, a menos que se aplique y se respeten los tratados y acuerdos políticos”, dijo Tom Hagg, presidente de los productores de maíz del país vecino, a la misma fuente.
Fuente: Tribuna