Ciudad Victoria, Tamaulipas. — Un hombre de aproximadamente 60 años de edad, murió ayer viernes 1 de noviembre mientras visitaba la tumba de su hijo en un cementerio privado en la zona de Tancol, Tampico, Tamaulipas.
Según los primeros informes, el hombre se encontraba acompañado por familiares cuando, de manera repentina, se desvaneció frente a la tumba de su hijo. Ante la situación, sus familiares pidieron ayuda a través del número de emergencias 911, lo que movilizó a una ambulancia de la Cruz Roja hasta el lugar.
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Los paramédicos intentaron auxiliar al hombre, pero al llegar confirmaron que ya no presentaba signos vitales. Poco después, personal de la Fiscalía General de Justicia de Tamaulipas acudió al cementerio para levantar el reporte correspondiente y proceder con el traslado del cuerpo al Servicio Médico Forense, donde se realizarán los estudios pertinentes para determinar la causa del deceso.
La inesperada tragedia generó conmoción entre los familiares y personas presentes en el cementerio, quienes expresaron su pesar ante lo ocurrido en un momento tan sensible.
Por otro lado, en Toluca, Estado de México, desde los 17 años, Bernardo Santos encontró su vocación en un oficio que pocos se atreven a desempeñar: es el sepulturero del Panteón Municipal de Toluca. Con tres décadas de experiencia, Bernardo ha sido testigo de incontables despedidas y ha acompañado a miles de personas en el último adiós a sus seres queridos.
Su primer día fue, según recuerda, lleno de temor y nervios. "Recuerdo que llegué pidiendo trabajo, me destinaron a este lugar y aquí seguimos. Llegué con un poquito de temor diciendo: ‘pues yo no me voy a quedar aquí’," comenta Bernardo. Sin embargo, el tiempo y su compromiso con los deudos transformaron esa primera impresión; hoy, él es no solo el guía de quienes llegan a su última morada, sino también un pilar de consuelo para quienes sufren una pérdida.
Lo cierto es que el panteón se ha convertido casi en un segundo hogar, donde, entre anécdotas, asegura que los difuntos le han “jugado bromas”. “Me han hablado por mi nombre, me tocaron la espalda, y cuando busqué, no había nadie,” relata con una sonrisa. También ha percibido siluetas y escuchado ruidos extraños entre las tumbas, experiencias que ha aprendido a tomar con tranquilidad y respeto hacia quienes reposan allí.
Bernardo aún no piensa en dejar el panteón. Cada día, cumple su misión como guía de aquellos que han partido, y como apoyo y consuelo para los familiares. Su labor, entre la vida y la muerte, lo convierte en una figura especial en el Panteón Municipal de Toluca, un testimonio de entrega y humanidad en un oficio único y desafiante.
Fuente: Tribuna