Wuxi, China. — Ocho personas murieron y 17 resultaron heridas este sábado 16 de noviembre en un brutal ataque con arma blanca perpetrado en el campus del Instituto Profesional de Arte y Tecnología de Wuxi, en la provincia de Jiangsu. Según la policía local, el atacante, un estudiante de 21 años que había reprobado sus exámenes finales, fue detenido en el lugar.
El ataque ocurrió alrededor de las 18:30, hora local, y provocó un despliegue masivo de servicios de emergencia para atender a las víctimas y contener la crisis. Según un comunicado policial, el joven confesó que su motivación fue el enojo tras no recibir su certificado de graduación y su insatisfacción con la remuneración de su pasantía.
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El atacante, cuya identidad no ha sido revelada, había regresado a la institución tras haber fallado en sus últimos exámenes. “Regresó para expresar su ira y cometió estos asesinatos”, explicó la policía en su informe preliminar. Las autoridades están llevando a cabo una investigación para esclarecer los detalles del ataque, mientras la comunidad educativa de Wuxi permanece conmocionada.
China tiene regulaciones estrictas contra las armas de fuego, lo que hace que los ataques con armas blancas sean una de las formas más comunes de violencia masiva en el país. Sin embargo, incidentes como este son poco frecuentes, aunque se han registrado otros episodios de violencia civil recientemente.
A comienzos de la semana, un hombre de 62 años embistió con su auto a un grupo de personas que practicaban ejercicio en un centro deportivo en Zhuhai, al sur del país. Este ataque dejó 35 muertos y más de 40 heridos, siendo uno de los actos de violencia civil más graves en la historia reciente de China. El atacante, que intentó suicidarse, fue detenido y se descubrió que estaba en medio de un proceso de divorcio conflictivo.
En ambos casos, el régimen chino implementó medidas estrictas de censura para limitar la difusión de información sobre los ataques, bloqueando contenido en línea y minimizando el debate público. “Necesitamos saber más sobre las víctimas, espero que las vean”, comentó una estudiante de 23 años que visitó el lugar de los hechos y se encontró con que las autoridades habían retirado los homenajes espontáneos.
Analistas como Lynette Ong, profesora de Política China en la Universidad de Toronto, advierten que estos incidentes podrían desencadenar una mayor vigilancia en el país. “A partir de ahora, habrá una vigilancia muy estricta”, afirmó, anticipando posibles controles más severos de armas y revisiones aleatorias a ciudadanos.
Estos eventos no solo reflejan actos de violencia aislada, sino que también apuntan a una creciente crisis social en China. A medida que el país enfrenta problemas económicos y tensiones sociales, episodios como este subrayan la necesidad de abordar las raíces del descontento ciudadano y mejorar las respuestas institucionales ante estos conflictos.
La tragedia en Wuxi ha dejado una marca imborrable en la comunidad y ha reavivado el debate sobre el estrés social y las fallas estructurales que persisten en la sociedad china contemporánea.
Fuente: Tribuna