OPINION

Los fantasmas de la elección

Bulmaro Pacheco, columnistaCréditos: TRIBUNA
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Las campañas políticas avanzan, los candidatos se mueven y hacen cálculos, surgen las propuestas, los discursos y los programas de contacto con los potenciales electores. En algunos pueblos y en sus habitantes se renueva la esperanza de lo que antes pidieron, de lo que antes les ofrecieron… Ofertas políticas, obras inconclusas o deterioradas por el paso del tiempo, problemas sin solución, rezagos sociales por generaciones son presentadas a los candidatos con la esperanza de que lo registren y —de llegar al poder— se incluyan en los programas de Gobierno. Las candidaturas renuevan expectativas e infunden esperanza en aquellos que todavía confían en la política para reparar entuertos y resolver problemas, o atender y combatir los lastres políticos y sociales que frenan el desarrollo de los pueblos. Aunque mucho se debate al respecto, todavía hay confianza en las dirigencias partidistas, y el voto duro —de los mismos partidos— no ha desaparecido del todo, aunque a ninguno le alcanza para ganar. Todavía tienen los partidos, algo de base y militantes que han aguantado heroicamente la embestida de las ambiciones, la cooptación, el oportunismo y la utilización de la política como negocio. Las expectativas sociales y las esperanzas no son los únicos factores en juego en la política electoral. También se mueven múltiples fuerzas que tratan de influir y domesticar a candidatos y partidos, influir en el comportamiento de los potenciales electores y afectar —beneficiar— o dañar a los contendientes en la justa electoral. Esas fuerzas cobran después y cobran caro. Puntualmente anotan los apoyos brindados a los candidatos y después de la elección no la piensan mucho para pasar las facturas. Ejemplos ahora y antes hay muchos: obras, servicios, proveedores, clientelas y cargos administrativos en las estructuras suelen ser facturas corrientes. Crímenes, violencia, presiones y políticos rehenes de esas fuerzas ocultas, también. No es poco lo que se juega en una elección estatal y municipal, y menos en una elección de 500 diputados federales, donde lo que está en juego es lograr un contrapeso del Poder Ejecutivo federal para orientar realmente las decisiones públicas, sin excesos y sin ladear la balanza para un solo lado, como ha ocurrido durante los últimos años entre el Ejecutivo y el Congreso de la Unión. Todo en un escenario donde los factores de poder y los partidos, que se quejan de marginación en la toma de decisiones —que les afectan—, chocan con las decisiones unilaterales del Ejecutivo, al no existir una política de diálogo y comunicación como antes. Es mucho lo que se juega. Más allá de los millones de pesos incluidos en los presupuestos, está el ejercicio del poder y la capacidad de influir en las decisiones públicas. Por eso la guerra, por eso los ataques y las campañas en contra. Señalaré solo algunos ejemplos:

1. La guerra sangrienta contra la alianza PANPRI- PRD. Se le ha llamado tumor. Se les acusa de haber gobernado en medio de la corrupción y la ineficiencia. El presidente de la República les echa la culpa de todo; le funcionó en la campaña del 2018 y le ha funcionado hasta ahora. En Morena ya perciben que dicha alianza es producto del golpeteo y la constante descalificación presidencial a dirigentes y partidos.

2. Rosario Robles y la «estafa maestra». La utilizaron desde un principio para descalificar el régimen de Enrique Peña Nieto. La diferencia en el caso de Robles es el odio de algunos miembros de Morena—antes del PRD— que la culpan del “affaire” Bejarano y Carlos Ahumada. No hay duda que se trata de venganza política con ingredientes personales. Todavía se recuerda que Robles sustituyó a Cuauhtémoc Cárdenas en la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México y se encargó de la transmisión del poder a López Obrador, electo en el 2000.

3. El caso de Emilio Lozoya ha sido único y especial. Ese representante de la generación light de políticos impulsados por el peñanietismo, ni tardo ni perezoso decidió pactar con el Gobierno y pasarle datos de quien quisieran, a cambio de protección. Desde su extradición el año pasado no ha pisado la cárcel y ha estado para servirle al Gobierno.

4. El pleito con Felipe Calderón y la celebración de la negativa a autorizarle el registro de su partido. Ese fue uno de los momentos de mayor celebración del presidente López Obrador, quien desde su finca rural en Palenque celebró la decisión del Tribunal Electoral, con un gusto que poco se le conocía, Calderón les da urticaria en el Gobierno y temían a su activismo político. La decisión de no autorizar su partido marcó un nuevo encuentro de Calderón con el PAN. Eso no lo previó el Gobierno.

5. La persecución política y jurídica contra el gobernador panista de Tamaulipas Francisco García. Se trata de un golpe directo al PAN y al grupo de gobernadores que han organizado la llamada “Alianza Federalista”. La mayoría de legisladores —controlada por Morena— ya dio entrada al proceso de juicio político. El tema ha movido al PAN y al Congreso de Tamaulipas, que se han blindado contra lo que consideran una agresión a la soberanía del Estado.

6.-Los casos de César Duarte, de Chihuahua, y Roberto Sandoval, de Nayarit. Ahí se trata de golpear al PRI directamente al resucitar a cada rato los casos de dos exgobernadores perseguidos, acusados de corrupción. Uno está detenido en los Estados Unidos desde julio cuando el presidente visitó a Donald Trump, y el otro está desaparecido desde que fue objeto de acusaciones de corrupción. El caso de César Duarte— entre otros— ha logrado que el PAN se posicione en Chihuahua y no precisamente con la candidatura impulsada por el gobernador Javier Corral.

7.- El caso del exgobernador de Puebla Mario Marín y la causa de Lydia Cacho, que data desde el 2004. También fue revivido básicamente por cuestiones electorales. Marín cayó preso en Guerrero en enero y por ahora enfrenta el juicio en prisión. La corriente feminista ya lo había dejado como bandera, pero al Gobierno le interesa mantenerlo.

8.- Los casos de Juan Collado, del gobernador Alfredo del Mazo y la familia Beltrones y los dólares depositados en Andorra. Este ha sido difundido como un golpe puntual por el Gobierno, con propósitos electorales obviamente. Igual que el caso de Alonso Ancira y Altos Hornos de México, que se mantiene en la atención de la opinión pública por las revelaciones y los presuntos implicados en el caso.

9.- En el caso de Morena y la 4T destacan el caso de Félix Salgado Macedonio en Guerrero que seguramente le habrá de meter ruido a la intención de voto en algunas entidades. El Gobierno respondió reviviendo el caso de Cuauhtémoc Gutiérrez, expresidente del PRI en la Ciudad de México. Un caso que escandalizó en 2014 y también le ha dado vuelo al señalamiento contra Andrés Roemer, exembajador en la UNESCO.

10. Acercándose el aniversario, no tardarán en volver a reeditar el caso de la guardería ABC para utilizarlo políticamente.

11. El presidente López Obrador dice que se va a jubilar políticamente terminando su mandato en octubre del 2024 y que está satisfecho porque Morena asegura la renovación generacional en el ejercicio del poder. ¿Estará pensando en la favorita Claudia Sheinbaum que para el 2024 tendrá 62 años?, ¿O quizá en Marcelo Ebrard, que para ese año andará en los 65?, ¿O en Ricardo Monreal que frisará los 64?

Porque no creo que esté pensando en Ricardo Anaya, del PAN, que por esas fechas andará en los 45 años, o en el gobernador Enrique Alfaro, de MC (51), o en el dirigente del PRI Alejandro Moreno, (49). No necesita el presidente decir que va a retirarse a su rancho de Palenque. La Constitución prohibe la reelección, pero no faltarán seguidores de AMLO que a finales de su sexenio pudieran promover una reforma al artículo 83 Constitucional para abrir el debate.

En todos los asuntos señalados se demuestra que en política no hay casualidades y que ante los cuestionamientos frecuentes al Gobierno y a las candidaturas de Morena, van a seguir surgiendo nuevos casos que se van a explotar políticamente contra la alianza PRI-PAN-PRD en medio de la justa electoral. La política se “divide y vencerás”, “ganancia a río revuelto” e “intriga que algo queda”, le ha funcionado a la llamada 4T en los últimos años y esta no será la excepción. Ya veremos los resultados.

Fuente: Bulmaro Pacheco