OPNION

La impunidad edulcorada

Leviatán

Columna de César TovarCréditos: TRIBUNA
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 La semana pasada, durante una vista a Navojoa, el gobernador Alfonso Durazo se encontró con María del Rosario Quintero, exalcaldesa de dicho municipio, acusada por propios y extraños de diversas irregularidades, desvío de recursos y de mal uso de sus funciones.

El mandatario, para sorpresa de los presentes, se fundió en un caluroso saludo y abrazo con Quintero, que con mucho colmillo buscó el encuentro desde temprano; este hecho fue considerado una muestra contundente de cómo el actual gobierno olvidó su promesa de justicia, cayera quien cayera.

 Porque no sólo es Quintero, fue también Sergio Pablo Mariscal y otros tantos alcaldes a las que las acusaciones y señalamientos, muchos de ellos con pruebas contundentes, sencillamente sólo les provocaron un temporal sonrojo.

Para nadie es secreto que todos ellos andan en las calles de sus ciudades como si nada pasara, como si su función hubiese resultado adecuada, transparente y honesta. Vamos, a Mariscal hasta le alcanzó para negociar una diputación para su mujer.

Al mismo tiempo, varios funcionarios de la pasada administración estatal también lograron salir sin raspaduras, incluso algunos alcanzaron premio en forma de notaría, contratos o, como el caso de Claudia Pavlovich, un consulado.

Todos esos son “sapos” que al gobernador y a la 4T estatal les ha tocado comer en crudo, todo con el fin de mantener las aguas de la entidad tranquilas, al menos en el aspecto político, que es, por desgracia, el único que ha demostrado poder controlar medianamente.

El problema de ello es que tales decisiones podrán dar serenidad para el mandatario y su equipo, pero no así para una ciudadanía necesitada de demostraciones de justicia, ávida de que los funcionarios públicos respondan por sus abusos.

La 4T sonorense ha optado por edulcorar la impunidad, lo que no es más que una decisión que da cierto aire de maniobra, un margen en donde alcanzar acuerdos que abonen a la gobernabilidad, apostándole a que con el tiempo la fuerza del gobernante sea tal que no requiera más pactos.

Tan cierto como efímero, pues lo que no consideran es que una vez elegida esa ruta ya no hay posibilidades de volver, ya que la credibilidad se erosiona, y aunque todos los sectores reconozcan al poder y a quien lo ejerce, la relación no se basa en la confianza sino en la resignación.

Para el gobierno de Durazo es muy pronto para que el ciudadano se resigne, pero a ocho meses de tomar posesión, no existe viso alguno de que el futuro resulte más promisorio para un Sonora desbordado por la inseguridad, una economía endeble, falta de oportunidades y un entorno cada vez más enrarecido.

No se duda de los deseos del gobierno estatal en mejorar la tirana realidad, de lo que se duda es de su capacidad de lograrlo sin pretender que un pacto de impunidad le brinde las herramientas para llevarlo a cabo.

@cmtovar