OPINION

Traspasos políticos: ¿A dónde van los que se fueron?

Columna de opinión de Bulmaro PachecoCréditos: TRIBUNA
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El paso de una persona de un partido político a otro para buscar otras oportunidades, no es un fenómeno político nuevo. Tiene que ver con varias cosas; algunas antiguas, otras novedosas. En primer lugar, con la ampliación de las libertades ciudadanas y con la abundancia de opciones político partidistas. Cada quien es libre de decidir en qué partido político milita y cuál organización le acomoda mejor para el logro de sus objetivos. No hay límites en esa materia, y con siete partidos políticos en lo nacional y nueve en lo local, los ciudadanos tienen las opciones que mejor acomoden a sus preferencias y sus objetivos de lucha.

En México y durante años solo hubo cuatro partidos (PAN, PRI, PARM y PPS, y uno ilegal: el PC). Con la reforma política de 1977 se legalizaron las izquierdas y se registraron nuevas organizaciones políticas que representaban a la diversidad de movimientos regionales, como fueron los casos del Partido Demócrata Mexicano del centro del país y la diversidad de organizaciones de izquierda como el PMT, PRT, PST, PCD, PFCRN y finalmente, el PRD 1989 y Morena en 2014.

¿Han sido suficientes los partidos para garantizar la representación política de los ciudadanos? Hasta ahora sí, porque las candidaturas ciudadanas, que originalmente se planteaba como una gran novedad, no tuvieron el efecto esperado. Empezaron con fuerza, pero se desinflaron. ¿Por qué? Quizá por los requisitos establecidos en la ley para registrase como candidatos ciudadanos. En este caso la ley es injusta. Por ejemplo, para crear un partido político a nivel nacional se requieren 230 mil afiliados (0.26% de un padrón de 95.7 millones de votantes) y casi un millón de firmas (1% del padrón) para registrarse como candidato a la Presidencia de la República por la vía independiente.

En Sonora, por ejemplo, para formar un partido político se requiere del registro de casi seis mil militantes, y para ser candidato a gobernador 63 mil!

¿Y los nuevos partidos políticos?

Los nacionales fracasaron en la elección del 2021. Los tres nuevos que participaron: Redes Sociales Progresistas, Fuerza por México y el Partido Encuentro Solidario (que era el anterior PES) con otro nombre no le llegaron al electorado y no consiguieron el 3% de la votación que les exige la ley para conservar el registro.

¿Y en lo local?

En el 2022 arrancaron en Sonora siete organizaciones solicitantes de registro como partido político, y al final —al parecer— solo dos van a llegar a la final: El Partido Sonorense, de Alí Camacho (Mariana Trinitaria), y VAMOS, del ex director de Servicios Públicos de Hermosillo Norberto Barraza Almazán (el Tribunal Estatal Electoral les acaba de dar la razón para que la autoridad electoral autorice su asamblea constitutiva y puedan solicitar el registro oficial).

¿Afectarán a los demás partidos políticos?

Quizá no, en relación a la captación de electores por el momento; pero puede ser que sí en el financiamiento programado para este año, porque la autoridad electoral deberá realizar las adecuaciones presupuestales necesarias para garantizar el financiamiento a las nuevas organizaciones políticas afectando la distribución original de recursos por partido.

¿Y en las candidaturas?

Ahí sí se cimbrará el ambiente. De seguro se verán muchas ofertas de candidaturas para políticos y aspirantes de diversos partidos y organizaciones, porque como partidos nuevos —con la excepción de sus diri- Fuera de tono gencias— no cuentan con perfiles muy conocidos ante el electorado y quizá busquen echar mano de personas de otras organizaciones, sobre todo de los partidos nacionales que por ahora experimentan alguna inconformidad interna, o de los partidos chicos que no encuentren ubicación con lo que actualmente sucede en Sonora en materia de concentración del poder.

¿Algún ejemplo? Los excesos que se están viendo en el Congreso local y con algunos ayuntamientos en la permanente tarea política del gobierno estatal y Morena de convencer para su causa a representantes populares del PAN, PRI, MC y PRD.

¿Como cuáles? Explicable, la tarea oficial de fortalecer lo que queda en Sonora del Partido Encuentro Solidario (PES), entregado a la familia Terán de Agua Prieta; el cuidado de mantener oficialmente los restos del Partido Nueva Alianza mediante posiciones en el gobierno estatal; O bien, jalar en alianza a una diputada del PES y convertir a Ernesto Munro Jr. (PAN) para formar bancada parlamentaria en el PES; jalar a dos diputadas del PRI como miembros de Morena aprovechando la crisis momentánea en el partido; jalar a la diputada Azálea Guevara del PT a Morena y últimamente a la diputada Alma Higuera del PRD para completar 26 diputados (sin aparente necesidad) locales dejando a las oposiciones solo con 4 de Movimiento Ciudadano (dos eran del PRI) y 3 del PAN.

¿Qué busca el oficialismo con esa estrategia? No se sabe a ciencia cierta. Quizá —en lo local— ya no depender tanto —a futuro— del Verde y el PT, porque son partidos muy caros, o mandar señales de control político y obvio humillar al resto de los partidos y actores políticos para saldar cuentas con el pasado.

¿Y se ha enriquecido el trabajo político con eso? Todo lo contrario; la política local se ha degradado y se completa el cuadro con el traspaso de presidentes municipales de otros partidos a Morena: Rayón, San Miguel y Bacerac del PRI; Aconchi de MC y los tres del desaparecido Redes Sociales Progresistas : Bácum, Quiriego y Sáric.

¿A cambio de qué? Primero a cambio de que renuncien a sus libertades. ¿Más dinero para sus pueblos? No se ha visto. Quizás empleos estatales para los alcaldes en el mediano plazo y venta de expectativas políticas a futuro: ¿reelección? Quizá no, porque tendría que ser con el mismo partido de origen, pero sí de diputaciones locales o federales con la marca Morena u otro aliado, ante la escasez de cuadros competitivos de Morena y el pésimo papel de muchos de sus representantes populares en municipios y distritos locales y federales.

¿Renuncia de sus libertades? Claro. Veámoslo con el caso de los legisladores que han cambiado de partido a Morena en el Congreso local: ¿Dónde están?, ¿qué se sabe de ellos?, ¿qué opinan ahora?, ¿qué pasó con los 15 minutos de fama de la foto oficial cuando anunciaban que se iban?, ¿de qué problema local pueden opinar, proponer y criticar si no son libres? Lastimoso, por no decir denigrante, el papel que ahora juegan y más se verá en unos cuantos meses cuando les digan que se van a la cola de aspirantes, porque antes que ellos hay militantes con mayor antigüedad y méritos en morena.

¿Degradación del ambiente político local? Sí. Del lado del oficialismo desparraman la versión de que “a nadie le ponen una pistola en la cabeza para que cambie de partido”, pero el fondo del problema no es ese, ¿que no venían a fomentar el cambio político para una mayor democracia? ¿Que no anunciaron un nuevo modelo? ¿No nos prometieron que ahora sí eran diferentes? Con lo que estamos viendo y con el resurgimiento de la compraventa política, no fue cierto. Es peor de lo mismo.

bulmarop@gmail.com