Cajeme, Sonora.- Cuando Arturo Zaldívar renunció al cargo de ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), no sólo quedó mal con el resguardo plural y ajeno a intereses de la Constitución, pues lo hizo para sumarse al equipo de una candidata presidencial como Claudia Sheinbaum, sino que le abrió al oficialismo la senda para colocar en su lugar a una incondicional.
Ayer, jueves 14 de diciembre, el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) se convirtió en el primero presidente de la República en elegir unilateralmente a un ministro del máximo tribunal del país, luego de que las diferentes fuerzas políticas en el Senado no lograran un consenso.
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Para los analistas, todo parece haber sido pensado maquiavélicamente por el mandatario, que desde un comienzo puso en la terna a perfiles no sólo incondicionales, sino carentes de las credenciales necesarias para una empresa de tal envergadura.
AMLO confiaba en que la oposición le rechazaría la terna en ambas ocasiones, dando paso a que él fuera el que designara con su dedo a la sustituta de Zaldívar. No le interesó nunca si la elegida es cercana a él, o si puede haber conflicto de intereses”, dijo el abogado Javier San Martín.
Para los expertos, la situación a la que se llegó es responsabilidad, en buena parte, de Zaldívar: “ha hecho historia, fue el primer ministro de la historia moderna de la Corte en renunciar para irse a una campaña, generando así la primera designación a dedo, además de alguien con un perfil abiertamente partidista. Zaldívar pasó de juez a peón del presidente”, dijo el letrado Javier Martín Reyes.
Por su parte, el experto en derecho constitucional, Daniel Torres, consideró que el daño de Zaldívar a la Corte “es incalculable”; de acuerdo con el también académico, el hoy asesor de Claudia Sheinbaum "politizó a la Corte al punto de negociar reformas legales con Morena. Realizó voto pro gobierno y pro militar tanto como le fue posible, para, al final, renunciar y sumarse a una campaña política, regalando un nombramiento a modo al presidente”.
Tito Garza Onofre, investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, rechazó lo hecho por el presidente diciendo que “tanto insiste en que los ministros de la Suprema Corte deben elegirse por voto popular para terminar siendo el primer presidente que decide por dedazo. Su hipocresía es mayor que su incapacidad para generar consensos”.
El propio Zaldívar felicitó mediante sus redes sociales a la nueva ministra, a quien consideró que con su llegada “se consolida la paridad de género en la Corte. Estoy seguro de que impulsará una agenda progresista en beneficio de los derechos humanos del pueblo de México”, un posteo que recibió duras críticas por haber sido él el artífice de que una persona tan cercana al poder esté incrustada ahora en un poder autónomo.
Gran distancia
Que la nueva ministra sea hermana de uno de los políticos más importantes de Morena no parece importarle al oficialismo, que olvidó de pronto una de las máximas del López Obrador candidato quien ofrecía que si llegara al poder se acabaría “el amiguismo, el nepotismo y el influyentismo”. Ante este tipo de situaciones complejas, colectivos y organizaciones civiles expusieron que deben analizarse nuevos modelos para la elección de ministros, pues que la decisión pueda recaer directamente en el titular del Ejecutivo es un riesgo grande.