Ciudad Obregón, Sonora.-El caso de Fátima, una menor de la Ciudad de México acosada por gustarle el K-Pop, causó conmoción en la sociedad e hizo ver que la problemática del bullying en los centros escolares es una realidad de la que no se habla mucho, aunque cada día el número de víctimas aumenta y Sonora no es la excepción.
Datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) estiman que el 28 por ciento de los niños, niñas y adolescentes han sufrido algún tipo de violencia escolar. Por otra parte, datos de la Secretaría de Salud Federal indican que, entre 2019 y 2023, las víctimas de agresiones físicas dentro de las escuelas aumentaron más del 80 por ciento.
Te podría interesar
Aunque a nivel nacional existen datos que ayudan a visibilizar la problemática, en Sonora no es así, de tal manera que analizar el fenómeno se vuelve complejo y no abona en poder atenderlo desde la raíz.
- Sin datos o programas
Cifras de la Fundación Nueva Generación Sonora indican que, de acuerdo con los Registros de Lesiones de la Secretaría de Salud, en el periodo de 2015 al 2022, en Sonora se registraron cinco mil 971 menores entre 1 y 17 años que fueron atendidos en hospitales del estado por violencia en escuelas; sin embargo, como ya se mencionó, una de las principales problemáticas es que las cifras en el estado no están actualizadas, lo que evidentemente no ayuda en la erradicación del acoso.
Michelle Lucero, directora de Fundación Nueva Generación Sonora, en entrevista con TRIBUNA, señaló que de entrada la ausencia de un instrumento de medición actualizado y detallado impide tener un panorama claro de la situación actual de Sonora. Lo que sí se sabe es que en 2022, con respecto al año anterior, hubo un incremento del 858.3 por ciento en los casos reportados.
Por otra parte, Lucero indicó que hasta ahora no hay información pública que indique la existencia de un programa integral implementado por las autoridades educativas en Sonora para prevenir el acoso escolar. Aunque existen lineamientos generales dentro de las políticas educativas nacionales y algunas iniciativas en escuelas particulares, no se cuenta con datos que evidencien su impacto ni su alcance en el estado.
Desde Fundación Nueva Generación Sonora, hemos tomado la iniciativa de trabajar en campañas de concientización y prevención, promoviendo la educación en valores, la participación activa de las familias y la capacitación de docentes en temas de convivencia escolar. Sin embargo, es fundamental que las autoridades educativas fortalezcan sus acciones con programas medibles y sostenibles en el tiempo", enfatizó.
- Padres y protocolos
La directora de Fundación Nueva Generación Sonora afirmó que es indispensable que las familias estén atentas a señales de alerta que pueden indicar que un niño, niña o adolescente está siendo víctima de acoso escolar. Algunos de los signos más comunes incluyen: Miedo o negativa a asistir a la escuela; cambios en el estado de ánimo, ansiedad o tristeza repentina; pérdida o daño frecuente de pertenencias; problemas de sueño o pesadillas constantes; disminución del rendimiento académico; evitación de actividades sociales o aislamiento; marcas físicas inexplicables (moretones, rasguños); malestar físico frecuente sin causa aparente (dolores de cabeza o estómago).
Por otra parte, la experta señaló que hace falta implementar en centros escolares claros protocolos de prevención e intervención, educación en valores y habilidades socioemocionales, capacitación constante al personal educativo, mayor involucramiento de las familias y atención psicológica para víctimas y agresores.
- Escuelas están poco preparadas
Miriam, una joven cajemense estudiante de secundaria, relató que a sus 8 años comenzó a ser acosada por sus compañeras, y en ese entonces la única solución que encontraron sus padres fue cambiarla de escuela ante la falta de protocolos en las mismas.
Aunque se habló con la maestra y el director, poco se pudo hacer; el acoso continuaba. Yo seguía siendo víctima de burlas y los maestros solo evitaban el problema. Es evidente que falta mucho trabajo de prevención para poder evitar este tipo de situaciones, pero los docentes no tienen esa capacitación. La única solución que encontraron mis padres fue cambiarme de escuela", relató.
Por su parte, el psicólogo infantil Alfredo Medina dijo para TRIBUNA que falta mucho trabajo por parte de la comunidad educativa para prevenir esta problemática. "El primer factor es que no hay cifras y no podemos medir el problema, no se habla y si no se habla, no se resuelve. Lo segundo es verdaderas campañas de prevención y verdadero trabajo de concientización, pero si no tenemos cómo medir cuántos niños o adolescentes son víctimas, no avanzaremos".
Fuente: Tribuna