Cuando publiqué la primera parte de esta reflexión sobre los trabajadores de confianza, o más bien, trabajadores de desconfianza, jamás imaginé la cantidad de mensajes que llegarían. Compañeras y compañeros de Pemex, de áreas distintas, de todos los niveles, me escribieron con la misma idea: "gracias por decir lo que muchos sentimos", "gracias por poner en palabras lo que vivimos". Y sí, la razón es sencilla: quienes operamos esta empresa no estamos en campañas, estamos trabajando.
Vale la pena ver algunos datos que ayudan a dimensionar la situación:
- Cerca del 20 por ciento del personal total de Pemex es de confianza.
- A 0 por ciento de ellos les aplica la reinstalación laboral; si los separan, termina la relación.
- 1 solo movimiento administrativo puede poner fin a décadas de servicio y entrega.
- Más del 75 por ciento del personal de confianza realiza funciones operativas, no directivas.
- Menos del 5 por ciento de quienes toman decisiones ha trabajado en campo.
Ahí está la paradoja: quienes conocen la industria desde la raíz suelen ser los más expuestos, mientras que quienes deciden muchas veces no han vivido un turno en plataforma, ni saben lo que implica que un sistema falle cuando hay vidas en riesgo.
Y esto no empezó ayer. Quienes pertenecemos a la familia petrolera recordamos aquella promesa del año 2000: se reconocería la trayectoria, la técnica y la ciencia de quienes ya estaban en la empresa. Sin embargo, la realidad tomó otro rumbo: llegaron perfiles sin experiencia en la operación, sin conocimiento del Contrato Colectivo, del Reglamento de Personal de Confianza, ni de la responsabilidad que implica tomar decisiones sobre procesos críticos. Así nació la sensación de desconfianza hacia quienes, irónicamente, se les llama trabajadores de confianza.
Los que llegan se van sin haber sudado la camiseta, algunos de ellos hasta con investigaciones de mal manejo y falta de conocimientos, y hoy es el momento de no regresar a ese punto de hace 26 años. Aprovechemos lo que se ha caminado en estos últimos siete años, aprovechemos a nuestros técnicos, a la gente que hace posible que Pemex funcione.
Mientras unos están en actos públicos, otros están cuidando que el gas no explote, que el crudo llegue, que las estaciones no se detengan. Mientras algunos reparten discursos, otros se ponen casco y enfrentan condiciones que no dan margen al error. No somos visibles en campañas porque estamos cumpliendo con el servicio que sostiene al país.
Y eso ha tenido un efecto adverso: quienes no están en las fotos luego no están en las decisiones. Quienes tienen resultados comprobables en campo no siempre tienen visibilidad en los espacios de nombramientos. Se premia la presencia, cuando lo que sostiene a Pemex es precisamente la constancia de quienes operan.
Aun así, seguimos escuchando que somos privilegiados "porque trabajamos en Pemex". Lo que no se conoce es la vulnerabilidad que implica estar bajo un régimen de confianza:
- Sin derecho a reinstalación.
- Sin escalafón.
- Sin estabilidad cuando hay reacomodos.
- Sin margen para ausentarse por causas ajenas al trabajo.
A lo largo de varios gobiernos, se ha prometido valorar a la gente de carrera. Y siempre esperamos que ahora sí se les tome en cuenta, que se aproveche su experiencia. Porque los perfiles técnicos no se improvisan: se construyen con años de servicio, capacitación y responsabilidad directa sobre procesos que no admiten error.
La pregunta que deberíamos hacernos todos dentro y fuera de la empresa es muy clara:
¿Cómo puede avanzar Pemex si quienes conocen la operación no participan en las grandes decisiones?
Los trabajadores de confianza que llevan 10, 20 o 30 años haciendo que esto funcione no se han ido, siguen aquí. Y aun cuando pocas veces se les mira, son quienes responden ante el país. No pedimos privilegios: pedimos respeto al trabajo y reconocimiento a la experiencia.
Porque nosotros sí llegamos todos los días, porque nuestras familias dependen de nuestro turno cumplido, porque desempeñamos una labor que requiere técnica, compromiso y cuidado. Porque, aunque nos llamen trabajadores de “desconfianza”, hemos sido la constante que nunca falta.
Pemex no se levanta con discursos ni con campañas, Pemex se levanta con trabajo, y ese trabajo —el de verdad— siempre ha venido de nuestro lado.
Fernando Mier y Concha Soto
Abogado e ingeniero petrolero con más de 28 años de experiencia en el sector energético, especializado en derecho laboral, contratación pública y procedimientos administrativos. Es autor de libros, entre ellos Derecho de Vía y Ocupación Superficial.
