Columna de opinión

Sitios y lugares comerciales en Ciudad Obregón: Un verdadero reto en el perfil de compra de los Cajemenses

Columna de Miguel Romandía

Sitios y lugares comerciales en Ciudad Obregón: Un verdadero reto en el perfil de compra de los Cajemenses
Columna de Miguel Romandía Foto: Cortesía

La actividad comercial de Ciudad Obregón está muy por encima de lo que algunas décadas atrás era; la apertura de mercados internacionales, los tratados comerciales y las distintas políticas económicas marcaron tendencia en la forma en la que la comunidad de Cajeme compraba hace algunos años, en referencia al prototipo del consumidor y comprador de hoy en día.

Mientras nuestra ciudad iba engrosando su demografía, en cantidad de habitantes, definitivamente el abanico de posibilidades sobre los gustos y las afinidades para el consumo y la compra, hicieron parte de lo que poco a poco fue evolucionando, no podemos, si de negociación de compra-venta se habla, en términos de productos de consumo de cualquier tipo, dejar de lado al Mercado Municipal, cuyos antecedentes definen que ante la necesidad de la población para tener un espacio para comprar, hacia 1920 se ubicó en las calles Jalisco y Guerrero, con venta de productos cárnicos, solamente, posteriormente hubo necesidad de moverse a un galerón en la esquina de la C. Chihuahua y No Reelección, esto hacia 1928, pero no fue sino hasta la década de los 40 que se materializa el proyecto que actualmente conocemos, propio de un diseño arquitectónico que era único para la época en lo colosal, pero con la tradición de los portales característicos de lo colonial y clásico, con un blanco majestuoso y de doble planta,  esto en 1945 y tres años después, un reloj coronó dicho proyecto, marcando desde lo alto,  la hora para quien pasara por sus alrededores, un lujo para nuestro municipio.

Toda la comunidad se reunía ahí para comprar lo que se tenía pensado, lo que cualquier transeúnte se encontrara, porque en este lugar había de todo: calzado, ropa, carnes, frutas, verduras, hierbas, licuados, joyerías y más, siendo esto un todo para hacer fácil la vida de consumo de los cajemenses. En 1993, marcó cambios hacia lo que era este emblemático lugar, remasterizando su diseño al exterior e interior y, a lo poco, esta área común redobla sus espacios, más locales, menos capacidad para el "andar" de compradores y más posibilidad de competencia entre locatarios, condición que, para convenir a quienes acuden ahí a adquirir algo, siempre lo encuentra al mejor precio de lo que las plazas comerciales y establecimientos de alrededor ofrecen, con derecho a 'regatear'.

Las opciones de compra varían para muchos, y para ello hablar de los sitios y los lugares en donde era común adquirir un producto entre los 70 y 80, definiendo referentes de especial reconocimiento en nuestro municipio de Cajeme, y que  para ser exclusivos al comprar, se tenía que ir al El Nuevo Mundo, que como eslogan manejaba "La tienda bonita, que no vende caro…", y que cuando se establece en nuestra localidad, en el epicentro de la actividad comercial de la ciudad, en Galeana y Sonora, ahora Woolworth, justo frente al popular Mercado Municipal, se vuelve un 'boom' para los compradores de marcas finas y que buscaban un estatus solo por tener posibilidad de ir a este lugar a conseguir algo.

El concepto era bastante 'chic', una tienda departamental en toda su elegancia y esplendor, podías encontrar lo que sea, desde cosméticos y perfumes, hasta lencería y ropa de todo tipo con marcas de renombre, además de un sinfín de productos que serían equivalentes a lo visto hoy, en la más exclusiva tienda del mismo rubro; ahora sí que Obregón, en esta categoría, no tenía otro sitio, esta cadena, con 100 años de presencia en el país, tuvo su época gloriosa en el sur de Sonora, con un punto de venta en esta ciudad, por unos años; al final, la competencia vino a desbancarla en un parpadeo, con la entrada de la cadena de tiendas departamentales de la familia Mazón, originaria de Hermosillo, que entra en funciones en esta ciudad a mediados de los 80's con la apertura de la plaza comercial más emblemática en el giro de negocios de cualquier tipo, en Plaza Tutuli.

Mazón ofrece una distinguida gama de productos propios de una tienda departamental de lujo; hace lo suyo, y en alrededor de ocho años echa abajo al legendario y hasta entonces único El Nuevo Mundo, marcando una época. Si se habla de la entrada de plazas comerciales en nuestra Ciudad, en 1985 la plaza Tutuli marca un precedente en el establecimiento de las mismas, haciendo a un lado a Los Pasajes Comerciales de moda de aquel tiempo, quién no recuerda el Pasaje Castelo y el Pasaje América, que revivían parte de la exclusividad en locales de venta de ropa, salones de belleza, aseguradoras, boutiques, cosméticos y demás, mucho de lo que buscaba un comprador, lo encontraba ahí, hoy solo son un recuerdo y pocos son los establecimientos que aún sobreviven en este tipo de espacios, estos sitios estaban ubicado por la calle 5 de Febrero entre No Reelección y Guerrero, y un pasaje te llevaba al otro, que sacaban a la clientela de la calle 5 de febrero a la calle Sinaloa.

Otra de las plazas que a principio de los noventa se establece, es la Plaza Obregón, conocida por muchos como plaza Ley Jalisco,  precisando su ubicación en la calle de este mismo nombre; inicia con mucho auge y mucha demanda, siendo común en esta ciudad, comerciantes apuestan en la inversión para adquirir un local y al poco tiempo comprueban que, definitivamente, no hay lugar para todo tipo de productos, solo los negocios de grandes marcas son los que sobreviven, y en poco menos de 10 años, se aprecian locales vacíos, no por la falta de gente, sino por la falta de compradores, pareciera que este lugar solo dio espacio a consumidores de supermercado, de una tienda departamental, de calzado, de consumo de comida, y de juegos infantiles, además del pago de servicios... Las demás opciones de negocio no prosperaron.

A la postre, inició la infraestructura competitiva en la ubicación de plazas comerciales, casi por doquier, Plaza Valles al sur de la ciudad, en la calle Norman E. Borlaug (5 de Febrero) y calle 300 se vuelve popular en el 94, pero no es mucho el tiempo que transcurre para que su decadencia llegara de forma paulatina, hasta la clausura definitiva hace poco menos de cinco años, sobreviviendo solo una papelería como testigo de su existencia; Plaza Soriana llega alrededor del 2005, el combo lo hace exitoso en principio, un Cinépolis, un Súper Soriana, una mueblería, que hoy es tienda de telas, sucursales bancarias y más, son el concepto, quizá esta ha sido la que más ha resistido los embates de los caprichos y afinidades del complejo estilo de consumo y de compra de quienes viven en Obregón; ya que ni Plaza Goya, con todo lo novedoso en su prototipo y de las propuestas tan diversificadas en los planes de negocios establecidos ahí, fueron suficientes para saber que, Ciudad Obregón, tiene en su haber a una comunidad exigente, demandante y muy especial en su perfil de compradores y consumidores, que explota con la curiosidad congregando masas, y puede dar el valor del espejismo llamado éxito en un principio, pero que al transcurrir poco tiempo, castiga a muchos lugares y sitios comerciales y de negocios, con el olvido. ¡Felices fiestas... y en fechas de tantas compras y ventas, recuerde no comprar afectos, esos... se ganan!

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