Ciudad Obregón, Sonora.- Todo ser que vive y siente en este mundo, está de luto porque el miércoles murió el astro del futbol: Diego Armando Maradona.
El ícono de íconos en el mundo del balompié. El último jugador de la etapa de oro, de los años en los que todavía se comparaba a los ídolos con los dioses del Olimpo.
60 años de vida, una entrega casi religiosa con la afición futbolera, pues no puede ignorarse el hecho de que esta leyenda haya sido descubierta a sus 15 años para convertirse en el referente inigualable en el deporte, la cultura pop y todos los ámbitos que corresponden al saber popular y simbólico del imaginario mundial.
En la Copa del Mundo del 86, Maradona regaló al mundo el emblemático gol con la mano que bastó para establecerse a sí mismo como un referente contemporáneo. Su mano dejó de ser sólo suya y se convirtió en ‘la mano de Dios’.
A pesar de que sea considerado como un héroe nacional de su natal Argentina, donde incluso declararon 3 días de luto nacional en su honor y su velatorio tendrá como locación nada menos que la ‘Casa Rosada’, sede del gobierno, Diego le pertenece al mundo y no a un solo territorio.
El mundo entero también lo llora y México no siente menos su pérdida, ya que el momento de su inmortalización ocurrió aquí: en el inmenso e histórico Estadio Azteca, tierra de antiguos dioses prehispánicos y lugar en el que D10S uso su mano.