Durante los últimos 81 años (1940- 2021),Sonora ha tenido pocos secretarios de Estado después de una destacada etapa de dominio sonorense en la política nacional con cuatro presidentes casi consecutivos (1920- 1934); algo único en la historia. Ni Veracruz. Sí, es cierto que Oaxaca tuvo dos presidentes que gobernaron 43 años del siglo XIX: Benito Juárez y Porfirio Díaz, pero fue en otras circunstancias. ¿Secretarios de Estado sonorenses?
Julio Serrano, en Economía Nacional, y Pablo Macías, en Defensa Nacional, durante el gobierno de Manuel Ávila Camacho. Gilberto R. Limón, de Defensa Nacional, con Miguel Alemán; Ernesto P. Uruchurtu, de Gobernación (y regente del Distrito Federal, con Alemán, Ruiz Cortines, Adolfo López Mateos y Gustavo Díaz Ordaz). Luis Robles Linares, encargado del Despacho de Recursos Hidráulicos por un breve período, con Luis Echeverría. Rodolfo Félix Valdés, Secretario de Comunicaciones y Transportes, con Miguel de la Madrid. Luis Donaldo Colosio, secretario de Desarrollo Social con Carlos Salinas de Gortari, antes de ser candidato a la Presidencia. Y Alfonso Durazo, secretario de Seguridad Pública con Andrés Manuel López Obrador. Hasta ahí.
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Ernesto P. Uruchurtu alentó ambiciones presidenciales, pero el candidato de Adolfo Ruiz Cortines fue López Mateos.
Colosio aspiró a ser gobernador de Sonora en 1991 (Salinas ya pensaba en él para la sucesión) y el candidato fue Manlio Fabio Beltrones.
En la historia reciente solo don Rodolfo Félix y Alfonso Durazo alcanzaron la gubernatura siendo titulares de una secretaría de Estado.
Son muy altas las expectativas que generan aquellos que han ocupado cargos importantes en la política mexicana y después son gobernadores, básicamente por el tipo de relaciones que generan y por el contacto directo con el presidente de la República en turno.
Desde 1946 que iniciaron los sexenios en los gobiernos estatales, a Sonora —a diferencia de otros estados como Chiapas y Tabasco— le tocan tres años con un presidente y tres con su sucesor.
Alfonso Durazo tomará posesión del gobierno estatal el próximo 13 de septiembre. Llega con un buen nivel de fuerza política y por lo que se sabe, todo indica que con el apoyo del Presidente López Obrador.
En eso, Durazo contará con ventajas como en su momento las tuvieron Rodolfo Félix Valdés con Miguel de La Madrid, y Carlos Salinas y Abelardo L. Rodríguez con Manuel Ávila Camacho y Miguel Alemán. El resto batalló porque o no conocían al presidente de cerca, o no habían ocupado cargos cerca del Ejecutivo federal.
Por eso Durazo estará obligado a cumplir tanto sus compromisos de campaña como a diseñar un programa de trabajo sexenal que permita enfrentar los principales problemas y retos de Sonora. Tiene también mayoría en el Congreso local y los diputados federales todos de Morena.
No se necesita una bola de cristal ni sesudos estudios para saber lo que Sonora requiere para los próximos años.
En esa importante tarea será fundamental el equipo de trabajo que Durazo logre integrar para empezar a gobernar; él ha dicho que gobernará con lo mejor que tiene Sonora.
Esperemos que así sea, porque va a requerir de un consistente equipo político acorde con los nuevos retos, que no son ni han sido nunca fáciles. Sonora cuenta con una buena reserva de gente con vocación de servicio, profesional y que no ven al Gobierno como una oportunidad para hacer negocios y esperemos— no pondrán por encima de su responsabilidad la militancia partidista— o la pertenencia a algún grupo. Un equipo de trabajo resistente que permita enfrentar de lleno las dos formas de corrupción más arraigadas en las administraciones públicas y más dañinas para los recursos públicos: La corrupción del llevado y traído “moche”, es decir la evolución del famoso ‘ten percent’ que se exige a proveedores o constructores para otorgarles contratos de obras o servicios; y la corrupción ‘de parcela’, que significa la adjudicación de dependencias de gobierno a los grupos de interés para que a partir de ahí hagan negocios con sus contlapaches y se sirvan con la cuchara grande en materia de concesiones.
Para eso Durazo deberá combatir a los logreros sexenales de siempre, que cambian de partido y de amigos al nivel de su conveniencia. Son muy ricos, ejercen presión política y presumen de influencia política en varios partidos. Operan a la sombra y nunca les pasa nada, para el cabildeo y la representación política dispone periódicamente de peones y empleados que sacrifican y desechan sin el menor titubeo.
¿Qué hacer con el problema Yaqui? En primer lugar reconocer que la crisis de los Yaquis dejó de ser por problemas ancestrales de agua y tierra. Ahora esa crisis se tiene que abordar conscientes de que ahí se dirime el huachicol, la droga, el crimen organizado, la violencia y la injerencia de otros poderes donde los verdaderos gobernadores Yaquis. han mas víctimas, que parte del problema.
Hasta ahora el gobierno federal ha negociado con grupos a cambio de nada. Siguen las carreteras invadidas y los enfrentamientos. Siguen los asesinatos y los desaparecidos así como los intereses creados intocables, mientras se anuncian apoyos y programas. El gobierno estatal—desplazado por ahora de las negociaciones con los Yaquis— deberá asumir su responsabilidad y entrarle de lleno al problema sin titubeos ni intermediarios.
Si solo se atiende—como lo hace el gobierno federal— el problema de los límites del territorio Yaqui y no se abordan los problemas reales de inseguridad y violencia, no habrá solución en los próximos 6 años.
Deberán combatir a los concentradores de los apoyos sociales que casi nunca les llegan a los beneficiarios, esos liderazgos “nylon” que llevan años medrando de los indígenas sin cambiar un ápice sus condiciones de miseria. Ahí están los mayos, los Yaquis y los Seris, igual o peor que antes. Mucha grilla, corrupción y pocos logros.
Deberán hacer un gran esfuerzo para cumplir adecuadamente con lo que establece el transitorio de la reforma del artículo 3 constitucional, que establece la obligación de los Estados para brindar en 2022 espacios de educación media superior para quien lo demande, ya que dicha reforma estableció la obligatoriedad de ese nivel educativo. Increíble que durante el gobierno de López Obrador no ha sido autorizada ninguna nueva escuela de ese nivel en Sonora y menos se ha apoyado a los niveles de agropecuarias, ciencias del mar y las áreas urbanas, para garantizar la expansión de la oferta educativa en regiones caracterizadas por el atraso y la pobreza extrema. En la educación superior deberá hacer un esfuerzo porque se respete la autoridad del Estado en la planeación para la creación de nuevas instituciones y no caer en la anarquía de haber creado tres universidades Benito Juarez (sin avisarle al estado) en regiones donde no se requieren y con carreras que no tienen que ver con las necesidades regionales.
Al contrario, deberá hacerse un gran esfuerzo por apoyar y fortalecer la educación superior, conscientes que hay algo más que la Universidad de Sonora que solo cubre al 25% de la demanda. Hay sistemas (federal, descentralizado, privado) que atienden al otro el 75% de la demanda, que nunca le generan problemas al Estado, que guardan una gran identidad con los sectores público y privado y donde el costo por alumno es mucho menor que en la Unison.
La gratuidad en educación media superior y superior habrá de ser gradual en la medida en que se diseñen nuevos esquemas de financiamiento para las instituciones necesitadas de recursos para lo elemental.
La infiltración del hampa organizada en los municipios. ¿Cuántos ayuntamientos de Sonora están infiltrados por el hampa organizada?, ¿En cuantos influyen esos grupos para designar funcionarios sobre todo en las áreas de la seguridad pública?, ¿Cómo darle seguimiento efectivo a los delitos generados por esos grupos en los municipios? Durazo seguramente contará con la información necesaria para encarar el problema y entrarle en serio para buscar una solución duradera.
La grandeza —la gran magnitud de Sonora en México y en el mundo— se ha escrito en la historia con sus presidentes de la República, con sus mujeres y sus jóvenes, con los empresarios y pioneros del desierto, de la agricultura, la pesca y la minería, con el premio Nobel Norman Borlaug, sus universidades y sus artistas, con sus campeones deportivos y académicos entre otros. La grandeza es una cualidad y un valor social, una meta deseable que incumbe a todos los sonorenses y donde el Gobierno del Estado juega un papel muy importante. Una grandeza —que a juicio de Alfonso Durazo— se ha perdido y en Sonora, se necesita recobrarla. Estaremos pendientes.
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