Que María Dolores del Río está absolutamente rebasada por la inseguridad y violencia que azotan Sonora es un hecho incontestable, como también que su elección para ocupar el cargo de secretaria de seguridad fue más política que técnica por parte del gobernador Alfonso Durazo.
Hoy, a quince meses de encabezar la secretaría, Del Río no sólo se muestra incapaz, sino que simple y llanamente dejó de dar la cara; en el ostracismo, María Dolores ya sólo funge como el parapeto del gobernador, como aquella persona sobre quien recaen las culpas, como el escudo sobre el que se estrellan los tomatazos lanzados con ira por una ciudadanía frustrada y temerosa.
Y se le nota; sin argumentos ni discursos contundentes, Del Río se refugia en los lugares comunes, en el llamado a protegerse, en el intento de convencer a la sociedad que el gobierno estatal hace lo necesario para traer paz. Y que pronto, muy pronto, todo irá a mejor; obvio esto lo dice por mero deseo, pues sobre estrategia o política pública aplicada, calla.
Claramente María Dolores tiró la toalla. Sin experiencia ni bagaje para afrontar coyunturas tan complejas, se quedó rápidamente sin respuesta y respaldo; hoy no hay quien le apoye dentro del gabinete.
Por ello es que el afán de Durazo de mantenerla en el cargo, tras minimizarla políticamente, deslavando su imagen y usándola como protección, carece de lógica, por más pragmático que sea el gobernador.
Lo que brota es un tufo cuatroteísta: siguiendo el ejemplo del presidente López Obrador, Durazo nunca admitirá que se equivocó y se mantendrá en la suya hasta que la cuerda reviente por sí misma.
Reconocer los errores y rectificar no está dentro del vocabulario de la Cuarta Transformación, por lo que todo indica que no habrá cambios, al menos no pronto, pues Del Río sabe que, si deja la silla, ninguna más le espera.
Lo lamentable está en que, mientras a la imagen del gobernador le viene bien mantenerla y al orgullo de la secretaria quedarse, la única respuesta del gobierno a la violencia y la inseguridad es presumir la llegada de cientos de militares, con los que intentan apaciguar a una sociedad harta del control criminal
@cmtovar