OPINION

La Brissa de Juan Leyva Corbalá

Columna de opinión de Bulmaro Pacheco

Columna de opinión de Bulmaro PachecoCréditos: TRIBUNA
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La agrupación musical La Brissa va a cumplir 50 años el próximo 2023. El sur de Sonora ha sido pródigo en la creación de grupos musicales triunfadores que han perdurado pese al cambiante gusto de la gente, y con el tiempo se han consolidado en la preferencia popular.

Así sucedió con la agrupación H-70; las bandas Los Jocobi y Los Guzmán, en Huatabampo; La Concentración (Esperanza); Laberinto (San Ignacio Río Muerto); y Pauta Azul (Cd. Obregón); entre otras. Grupos de gran calidad sin —todavía— la longevidad de La Brissa que se ha mantenido unida desde su creación.

¿Por qué La Brissa? Por la frecuente aparición en estación Corral de la brisa mañanera del río Yaqui y el canal bajo que sale de la presa El Oviáchic, para regar el suroeste del valle, ambos, muy cercanos al pueblo.

La Brissa guarda un lugar aparte, porque desde su creación en 1973 con Juan Leyva, Juan Arvizu, Daniel Robles, Jesús Leyva, Antonio Araiza, Braulio Rosas y ‘Chito’ Rosas, hasta ahora ha seguido con éxito gracias una permanente actualización, cambio en ritmo y estilo, combinando tradición (“El niño perdido”, “San Fernando”, “Palillos chinos”) con la modernidad (“La colaless”, “Te lavaste la cara” y “El mono no”, y “Cómo quieres que te quiera”), con mucha sintonía con el gusto popular y la alegría y apoyo de generaciones. Así la hizo su fundador.

Juan Leyva nunca se arredró por el accidente con la máquina cortadora de carne que le cercenó los cinco dedos de su mano izquierda cuando trabajaba en la carnicería de Mercados Zaragoza —por la 5 de Febrero, frente al mercado—. Tenía apenas 19 años de edad y había salido de Estación Corral a buscar mejores opciones de vida en Ciudad Obregón.

Juan nació en 1948, en Estación Corral (delegación municipal de Cajeme). Fue hijo del maquinista ferrocarrilero Pedro Leyva Mendoza (de Sahuaripa) y de Isabel Corbalá (de Álamos). Desde muy joven tenía clara su vocación musical y aprendió a tocar la guitarra. Con el tiempo amplió sus habilidades a varios instrumentos, creando, sacando tonos y vocalizando sus interpretaciones, perfeccionando la voz como cantante y avanzando en el manejo del teclado. Sus orígenes: la música de Pedro Infante y Javier Solís, la de los APSON y Los Beatles.

Pese a su limitación física, con el tiempo y con mucha voluntad llegó a cantar muy bien, tocar la guitarra, el tololoche y el acordeón. La guitarra acústica era una presencia permanente en su cuarto. “A veces se levantaba de improviso porque le venía la inspiración, agarraba la guitarra, probaba la afinación y se ponía a componer anotando en un cuaderno que siempre estaba dispuesto con su plumón ahí mismo”.

El pueblito donde vivo, nos gusta la diversión Nos gusta bailar la cumbia, el merengue y reguetón Y las tradiciones yaquis, también lo recordado Nos gusta bailar pascola, matachín y hasta el venado Y ese pueblito se llama Estación Corral Municipio de Cajeme, ¡Tú lo puedes visitar!

En 1968 se casó con Martha Robles (“Linda Martha vengo, que cantarte quiero…”) de Sahuaripa. La pareja procreó tres hijos: Juan (1970), Rosina (1971) y René (1973). A la muerte del jefe de familia, Juan quedó como administrador del grupo, y René —casi idéntica voz—como vocalista de la agrupación. La Brissa empieza a tomar forma en 1973, y para 1979, bajo la firma de discos AME, graban su primer disco con varios éxitos como “La Chicharrita” “Salta caramba” y “El Camaronero”.

Fiestas, ferias, promociones, bailes públicos y particulares foguearon los primeros años de La Brissa, y proyectaron a Juan Leyva y sus músicos a una competencia real por el gusto de la gente, primero en el sur de Sonora y posteriormente en el resto del estado y más allá de la frontera.

Su éxitos más notorios llegaron en 1986 con interpretaciones como “Las chiquitas” (del tercer disco), “La colombiana” y “Bota la bata” (del cuarto), “La gallinita”, “Columba” y “El último rodeo” (del quinto).

Musivisa, compañía de Televisa, se fija en ellos en 1987 y amplía su proyección a nivel nacional en sus diferentes programas.

¿Cómo se integra y se coordina un grupo exitoso? La Brissa se integra en primer lugar por la batería, el bajo, el teclado y la guitarra eléctrica, le siguen dos trompetas, dos trombones, dos saxofones, el güiro y las congas, y a los instrumentos hay que agregarle un mínimo de dos voces. Así ha funcionado desde antes y ahora la agrupación, dice Aarón Soto Manríquez, Yerno de Juan, ex baterista y segunda voz del grupo, ahora involucrado en un nuevo proyecto de grupo musical, La Mira. El encargado del grito de identidad de la agrupación ha sido de siempre, Amador “El Zorra” Nieblas, de Vícam, quien trabajaba antes movilizando instrumentos hasta que se especializó en el güiro.

Tienen muchos éxitos en el gusto de la gente y se los piden en los bailes, pero las que no pierden actualidad en la preferencia popular son: “Bota la bata”, “Las chiquitas”, y ahora con un verdadero récord en el gusto de la gente: “La colaless”, del chileno Andrés Tolano (grabada antes que ellos por los Altos Cumbieros).

En sus orígenes grabaron en Tijuana, Los Mochis, Monterrey, Guadalajara, hasta que crearon su propio estudio de grabación en Estación Corral. Hasta ahora, llevan 29 discos, mas de 350 canciones y han tenido presentaciones en la mayor parte del país, así como en Nueva York, Las Vegas, Los Ángeles, Washington, Phoenix y Utah, entre otras.

De rutina sana y sin excesos, Juan Leyva hacía ejercicio caminando por el pueblo. Trataba de combinar el trabajo y la inspiración con el reposo; “era muy casero” dice su viuda Martha. Lidió con el cáncer que lo aquejó por más de un año. Los médicos le aseguraban que la iba a librar —quizá por animarlo—. Trabajó hasta el mes de junio de 2014 y falleció el 11 de agosto del mismo año, señala su hija Rosina.

Juan Leyva fue sepultado en el panteón de Estación Corral, un terreno con cerco de durmientes con alambre de púas muy cercano a la estación y a las vías del tren, en un lote de terreno —que él mismo eligió— ubicado junto a su hermano Mario, sepultado ahí en 2004, comandante de tránsito en las administraciones de Javier Lamarque y Jesús Félix Holguín.

En la tumba de unos 90 metros cuadrados, con techo de teja muy roja, muy limpia y con flores frescas, resalta el mural de lona y al fondo un letrero de “La Brissa”, y dice: “El Viejón de Oro Juan Leyva Corbalá (1948-2014): si el destino me lleva allá donde no se vuelve más, con todo el respeto a Dios, te sigo queriendo”. Resguardada bajo la sombra de un gran mezquite, un árbol de brea, algunos nims y un gran algodón, la lápida se encuentra bajo una estructura tubular de aluminio tipo templete-escenario, con techumbre de hule blanco como malla sombra, diseñada por su propio hijo Juan.

¿Lo visita seguido?, pregunto a Martha—su esposa por 46 años—, que no ha dejado de quitarle la mirada reflexiva al mural: “Sí, cada semana mis hijos y yo venimos a acompañarlo y a revisar que todo esté en orden. Son ya 8 años de su ausencia… Y como lo fue en vida, intenso, creativo y vital Juan sigue presente en todo momento en nuestras vidas”, dice con sentimiento y tiene razón. Por eso le cantó a Estación Corral:

Pueblito Hermoso, siempre te he de recordar Si me preguntan de dónde vengo A dónde quiera que vaya yo Yo les contesto, vengo del pueblo De mi Corrales de donde soy

Y también por eso, por intenso creativo y vital, Juan Leyva fue un gran creador musical sonorense, apasionado por la música, orgulloso siempre de sus raíces y con un alto sentido de la disciplina y la responsabilidad, de forma tal que su trascendente gran obra, la agrupación musical “La Brissa” cumplirá 50 años el próximo año..

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