OPINION

Morena: ¿Se desmorona?

Columna de opinión de Bulmaro PachecoCréditos: TRIBUNA
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Lo dicho, Morena deja mucho qué desear como movimiento y como partido sin estructuras. Eso sí, cumple con lo que establece la legislación electoral en cuanto a afiliados, pero dista mucho de tener una organización que le dé consistencia y solidez.

Ha participado con éxito en tres procesos electorales federales y en más de 30 locales, pero sin estructuras clave y ha dependido de un solo personaje para decidir prácticamente todo en el partido y en su organización política, desde los métodos de selección de candidaturas (por una sola voluntad) hasta los nombres de aquellos que han competido en las elecciones a todos los niveles, sin distinción.

Por ejemplo, y como gran elector, el presidente reaccionó airadamente cuando el INE le retiró las candidaturas en Guerrero y Michoacán, y no dudó en recomendar a parientes y allegados para atender la crisis de las candidaturas a gobernador.

Los candidatos de Morena se obtienen en su mayoría de escisiones de otros partidos o de ex militantes que decidieron probar suerte con el partido ganador de la elección presidencial del 2018 —sin miramientos ni pruritos sobre la formación ideológica o lealtades partidistas—. Sus justificaciones se limitan a repetir sin más los trillados argumentos de la llamada 4T: no robar y no mentir.

En Morena se veían muy tranquilos, manejando nombres y tiempos; pero el inicio del 2023 les han cambiado perspectivas y estrategias.

No esperaban sorpresas y creían que con lo actuado hasta el 2022 tenían suficiente para garantizar un proceso político en calma y triunfal. No previeron cuatro acontecimientos que los impactaron directamente, para cambiar la estrategia y protegerse contra probables fracturas políticas más graves en el futuro inmediato. La primera: La crisis de Coahuila, donde no lograron la unidad al imponer —otra vez el método de encuestas—,como candidato al senador Armando Guadiana, perdedor de la elección de gobernador en 2017 y la alcaldía de Saltillo en 2019. Se les rebeló el subsecretario de Seguridad Pública, Ricardo Mejía Berdeja, al no aceptar los resultados de la encuesta encargada por el CEN de Morena. Atacó a la dirigencia de Mario Delgado y buscó que el Partido del Trabajo lo postulara candidato al gobierno provocando una fractura difícil de remontar entre los morenistas, que ya cantaban victoria en Coahuila.

La fractura de Morena en esa entidad de inmediato hizo pensar a los dirigentes de Morena que algo parecido les pudiera ocurrir cuando definan la candidatura presidencial, que por ahora todo indica recaerá en la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum.

De inmediato recularon y cambiaron la estrategia para incluir —seguramente por instrucciones— forzadamente a Ricardo Monreal como el cuarto aspirante presidencial, cuando antes lo habían excluido por los resultados electorales de Morena en la Ciudad de México en 2021 y después por votar contra la reforma electoral. Se le incluyó en los calificativos de “traidor a la Patria”, como estilan calificar en la llamada 4T a quien piensa diferente a ellos.

¿A cambio de qué agregan a la lista de presidenciables a Ricardo Monreal? Todo indica que solo es para guardar las formas, para que después no se queje de exclusión y marginación del proceso. Lo nombra Mario Delgado, pero el Presidente lo vuelve a excluir en sus menciones.

No dudamos que haya habido algún ofrecimiento para convencerlo de permanecer en la lista, quizá la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México —que no se ve tan fácil— o la coordinación de los diputados federales de Morena en la próxima legislatura. Eso se sabrá con el tiempo, también las posibilidades de ruptura de Monreal con el gobierno, que de ninguna manera se descarta, —al descalificar Monreal el método de las encuestas—,solo se amplían los plazos.

La segunda crisis en Morena es el inesperado (para ellos) resurgimiento de la alianza Va Por México (PAN-PRI- PRD), ya que apostaron por quebrarla con campañas en contra de los dirigentes partidistas. Ahora la Alianza aparece con candidatos en el Estado de México y Coahuila y el anuncio de que irán juntos en la presidencial y en el gobierno de la Ciudad de México en 2024.

Al atacar a través de Layda Sansores a las dirigencias nacionales, pensaron que con eso bastaba para hacer polvo a la alianza tripartidista y alejarla de los inconformes que se manifestaron contra la 4T y favor del INE el pasado 13 de noviembre. Les falló y ahora van a batallar más, tanto en las dos entidades con elecciones en 2023 como en la selección de candidatos para el 2024.

La alianza les vuelve a preocupar y por eso las descalificaciones presidenciales en la mañanera: Una intensa campaña contra el ex presidente Felipe Calderón, la explotación hasta la saciedad del juicio en los Estados Unidos del caso García Luna para endosárselo al PAN y seguir contra el PRI amenazando a su dirigente con el desafuero y alegando que los aspirantes a la presidencial de ese partido “ya chuparon faros”, lo que se ve como una desaseada e ilegal injerencia presidencial en la vida interna de los partidos políticos igual como una mayor preocupación para defender con todo a la 4T.

La otra crisis en Morena es la desintegración de las alianzas con los partidos minoritarios para el caso de las elecciones locales. ¿Ejemplos? El Partido Nueva Alianza ya no va con Morena en el Estado de México, algo que pudiera ser imitado en el resto de los estados donde el partido de los maestros conserva el registro como local.

La postulación de candidatos propios del PT y el Verde en Coahuila, pudiera repetirse en otras entidades en el 2024 y hasta en la presidencial dependiendo de las facturas—cada vez más abultadas— que estos partidos le presenten al gobierno y su partido a la hora del reparto de candidaturas…Y canonjías

El caso de los maestros es explicable: El SNTE como tal, controla al 10% de los miembros que forman parte de sus estructuras formales.

El resto, en lo individual votan y han votado— siempre por quien les da la gana, en libertad, y empiezan a tomar conciencia de que les ha ido muy mal con la llamada 4T, que ni siquiera ha sido capaz de mejorarles las instituciones de Seguridad Social.

A Morena le queda la autoridad presidencial, que sigue siendo el verdadero liderazgo partidista en todas las decisiones. Le quedan también las clientelas subsidiadas mes con mes, que para el partido representa, por ahora, el principal activo político electoral para las urnas en las próximas elecciones. Nada más. ¿Morena se desmorona? Todavía falta mucho por ver en esta película que apenas empieza. Estaremos atentos a lo que pase en 2023, el verdadero preludio del 2024.

bulmarop@gmail.com