Columna de opinión

El Cubo de la Resiliencia

Columna de opinión de Jesús Guillermo Moreno Ríos

El Cubo de la Resiliencia
Columna de Jesús Guillermo Moreno Ríos Foto: TRIBUNA

He dedicado una parte de mi vida a entender por qué repetimos los mismos errores. Lo he visto como funcionario, ciudadano, comunicador, profesionista, empresario, académico y, sobre todo, como humano.

De esas experiencias nació El Cubo de la Resiliencia: un modelo para descifrar y administrar el caos. Lo construí desde mi perspectiva muy personal, buscando una manera sencilla, lúdica y comprensible de explicar —a la primera— que cada crisis tiene varias caras, y que la única forma de resolverla es girando el cubo completo, siendo integral, holístico y empático, no solo armando nuestra cara. Sucede con lo urbano, con lo empresarial, con lo político, con lo familiar y sobre todo con uno mismo.

Más allá del estudio de los fenómenos perturbadores, de los análisis de riesgo o de las innumerables leyes y reglamentos, llegué a una conclusión simple y dura; toda tragedia tiene tres raíces principales que son potencializadoras del efecto de los fenómenos perturbadores:

La corrupción. Que no es solo aceptar o dar un soborno; es asumir responsabilidades que no nos corresponden profesionalmente; es justificar lo injustificable por miedo a perder el empleo o es la ausencia de autonomía para actuar con ética y eficacia.

La ignorancia: Que no distingue entre autoridad y ciudadanos. Es la ignorancia de la sociedad que no sabemos identificar y asumir el riesgo, por no percibirlo o entenderlo y, por otro lado, donde no se privilegia que la prevención salva más vidas que cualquier operativo emergente.

La indolencia: Esa terrible enfermedad digital creciente que nos hace grabar con el celular en lugar de ayudar; que nos da escaparate para opinar sin informarnos o no nos permite actuar porque ese no es mi problema.

Mientras no atendamos como sociedad esas tres causas, seguiremos apagando incendios en lugar de evitarlos. Cambiarán a los funcionarios, se endurecerán las normas que nadie cumplirá y se señalarán culpables, pero el verdadero problema seguirá ahí, intacto.

Hay tragedias que llegan disfrazadas de rutina, de negligencia, de ese no pasa nada que se repite hasta que pasa. Sabemos que la protección civil existe, pero solo la recordamos cuando ocurre un desastre. El resto del tiempo, la vemos como un trámite engorroso, tardado, costoso, recaudatorio e incluso innecesario.

Y cuando sucede lo evitable, corremos a buscar culpables, a exigir justicia o a difundir el desastre del día opinando como expertos, pero pocas veces a mirarnos al espejo.

Por eso afirmo sin rodeos: los desastres no son naturales, son socialmente construidos. Nacen del comportamiento humano, de nuestras decisiones y de la forma en que vivimos, gobernamos y trabajamos.

La resiliencia no es una palabra bonita: es una forma de vida. Es resistir, sí, pero sobre todo reconstruir con conciencia. Y eso empieza con la ética, la cultura y los valores que enseñamos en casa, en la escuela y en las instituciones.

No se trata de leyes más duras, sino de convicciones más firmes. No se trata de castigar más, sino de educar mejor.

Cada tragedia que 'pudo evitarse' es una lección no aprendida. Seguir hablando de desarrollo mientras ignoramos la prevención es como construir sobre arena: tarde o temprano, la naturaleza te alcanza o las omisiones te superan.

La prevención no se decreta: se cultiva.

La resiliencia no se impone: se aprende.

Y la cultura del riesgo no se enseña con miedo, sino con conciencia.

Una invitación al cambio

Por eso, hoy no convocamos a un evento de celebración, como tradicionalmente lo hacemos, sino a un punto de inflexión.

El 25 de noviembre, en el auditorio de la Asociación de Ingenieros Mineros, Metalurgistas y Geólogos de México (AIMMGM), presentaremos El Cubo de la Resiliencia, un libro con siete años de gestación y que busca transformar la forma en que entendemos los desastres, las crisis y la vida misma.

He pedido a Henry Peralta —ingeniero civil colombiano y uno de los principales promotores de la resiliencia en América Latina—, con quien en 2017 compartí mi interpretación del Cubo y la fórmula del riesgo basada en la ética, que me honre siendo testigo e inspiración de este proyecto. Él impartirá el primer módulo del Taller de Resiliencia Empresarial y Urbana y nos acompañará al llamado por la Alianza por la Cultura de la Resiliencia, un compromiso público, empresarial y ciudadano para construir un futuro más fuerte y consciente.

Porque el verdadero desastre no es lo que destruye, sino lo que no nos enseña. Y el verdadero cambio no empieza en los gobiernos —esos van y vienen— ni en los manuales, sino en nosotros mismos.

Construyamos juntos la cultura que previene, la ética que sostiene y la resiliencia que transforma. No esperemos la próxima crisis para aprender lo que hoy podemos cambiar.

Contamos contigo.

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