Un comando armado entra en un municipio sin que alguien le haga frente. Muestra su fuerza y luego se burla de la libertad que goza para moverse como le place.
Días después, otro entra en una comunidad y secuestra a varios habitantes; nuevamente no hay fuerza del orden que impida la actividad criminal.
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Al otro día, en la frontera con Estados Unidos secuestran a varias personas a plena luz, con cientos como testigos. Sólo faltó, otra vez, la autoridad.
Y mientras todo eso ocurre a lo largo y ancho de Sonora, el gobierno estatal prefiere mirar a otro lado y debatir sobre los símbolos patrios y obras sociales, que, si bien resultan importantes, son insuficientes.
Pareciera entonces que la estrategia gobernante es la de la aceptación de su derrota, es decir, reconoce sin decirlo, que carece de capacidad para imponerse a los grupos criminales.
Entonces, es preferible dejar que las cosas sucedan, con la fe en que en algún momento el fuego mengue.
Esta teoría del caos no es nueva en gobiernos que ven cómo el sistema falló y carecen de elementos para componerlo a la brevedad.
La idea es que del caos surja un nuevo orden que les permita ganar gobernabilidad, al menos la suficiente para garantizar al ciudadano sus derechos elementales.
Evidentemente, los riesgos que se sumen son mayúsculos; se trata de una apuesta muy fuerte, prácticamente al todo y nada.
El gobierno no controla ninguna de las variables en disputa y sólo buscará resistir las afrentas, mientras busca cómo llevar el debate público a tópicos más blandos o polémicos, con tal de que no se hable de inseguridad, crimen o violencia.
Veremos en los siguientes meses cómo busca meter a la agenda decisiones, propuestas, señalamientos, que levanten polvareda.
Todo porque, a casi medio año de iniciar, este gobierno sabe que su desgaste comenzó. Habrá qué estar muy atentos para reconocer a qué se agarrará para que la percepción positiva se mantenga el mayor tiempo posible.
Ojalá, al menos, que sus apuestas le convengan a Sonora. Como también, alguien se encargue de devolver la tranquilidad tan añorada.
@cmtovar