Es grande, incluso enorme, el peso de la impunidad. No hay mecanismo que pueda con tal gramaje, no existe servicio, incluso institución, que logre moverse correctamente mientras la tiene encima.
La impunidad es dual: tangible en unos aspectos, intangible en otros. Tangible en el círculo del dinero, de la prebenda que obtiene el corrupto tras establecer las condiciones para que brote; intangible cuando las víctimas reconocen que las instituciones son presas de ella.
Su existencia en el entramado político-social formula un círculo vicioso cuya base está en que el ciudadano no confía en sus autoridades, y éstas disfrutan de un marco ideal: prometer el buen hacer y la justicia cada que se pueda, aunque al final de resultados no se hable y queden sepultados en la profundidad del olvido.
Hoy se cumple un año del asesinato de Marisol Cuadras, víctima de un ataque en contra de las autoridades de Guaymas. De los responsables intelectuales y, sobre todo, de sus motivaciones, poco y nada se sabe.
Un clásico para la Fiscalía del estado, un bocado más para la fiscal Claudia Indira Contreras, ya doctorada en afirmar que en los casos de alto impacto, cada vez más frecuentes, habrá justicia, para luego estrellarse con estrépito en el muro de la realidad.
Justo en la conmemoración del Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, resulta indispensable recordar que Marisol o Arantza son el rostro de cientos de víctimas que tienen en Sonora su infierno.
Mujeres a las que la autoridad olvida en su obesidad impune; mujeres a las que la Fiscalía prefiere revictimizar antes de reconocer como parte de un grupo vulnerable con el que mantiene una deuda gigantesca.
La impunidad en la que se mueven los delitos contra la mujer da cuenta de un hecho terrible: no hay quien vele por ellas, no existe un interés genuino ni un movimiento institucional que les de certidumbre, ya no hablemos de tener paz y seguridad, sino al menos justicia tras sufrir una agresión.
Que se normalice que el discurso de la Fiscalía y de su titular se sustente en promesas vacuas, que sus aportaciones al debate público sean justificaciones y desaprobación, pero no resultados, explica las horas bajas que vive la procuración de justicia en Sonora.
La impunidad manda.
@cmtovar