Ego sum qui sum (‘yo soy quien soy´ en castellano), es una frase que la Biblia pone en boca de Dios al responderle a Moisés desde la zarza ardiente. La cita explica el concepto circular de la deidad, que no tiene principio, tampoco fin, pero que abarca todo.
Y así es como el presidente López Obrador se siente: una zarza cuyo fuego proviene de la certeza de tener todas las respuestas, aunque éstas resulten mentiras, medias verdades o realidades que se acomodan a sus intereses.
Para escucharlo tiene a miles, que pasaron de ser correligionarios, compañeros de un movimiento, a súbditos, a apóstoles sin criterio que pregonan frases trilladas y una retórica de bajo nivel, pero, eso sí, popular.
Tal contexto hizo del hoy presidente un hombre cuya estabilidad emocional depende de seguir sintiéndose indispensable, de reconocer que más que un líder lo ven como un profeta, como alguien que está por encima de las circunstancias.
La marcha de ayer dio cuenta de ello. Con total impunidad, el gobierno federal y los estatales morenistas realizaron un dispendio enorme de recursos tan sólo para contentar el ego de la zarza presidencial.
Compitieron incluso entre ellos para ver quién acarreó a más personas, repartió más tortas o abarrotó camiones con ciudadanos confundidos por la vorágine: su esperanza es que el líder les reconozca.
Porque actúan de forma sectaria, algo en lugar de incomodarles les enorgullece: hablan en términos absolutos sin comprender que eso les empequeñece, señalan a los que no están con ellos auto otorgándose el derecho de juzgar la historia, aguardan contentar al presidente para que este les frote la nuca.
Claro queda que el líder sectario obvia de dónde provienen sus apoyos, que muchos de los que ayer marcharon a su lado poco tengan qué ver con el “pueblo bueno”, pues el único interés está en mantener activa la máquina infla ego.
Ideal habría sido que López Obrador marchara, pero con aquellos que lo apoyan desinteresadamente, que midiera el pulso real del apoyo, que, sin el aparato del Estado a su merced, se expusiera al tamiz del juicio ciudadano.
Tal vez así habría notado cómo su afán de llevar todo a los extremos ha dejado al país polarizado hasta para salir a la calle, que su deseo de desmarcarse de sus rivales ideológicos y políticos, ha provocado fisuras tal vez irreparables para el entramado social mexicano.
Derecho de réplica
En la columna publicada el pasado viernes hice mención de la situación de violencia contra la mujer y los casos particulares de Marisol Cuadras y Aranza Ramos.
Para la Fiscalía, que solicitó esta réplica, existió una imprecisión en el fragmento que indica que “de los responsables intelectuales, y, sobre todo, de sus motivaciones, poco y nada se sabe”, argumento que, si bien no hacía referencia a tener o no detenidos, sino a conocer el trasfondo de los hechos, juzgan que no es puntual.
La institución envío un documento en donde dan a conocer que el 27 de mayo informó sobre la detención de los presuntos autores intelectuales en el ataque en el Palacio Municipal de Guaymas, donde murió Marisol, así como hizo lo propio con la detención de los presuntos responsables de Aranza el 9 de febrero.
La Fiscalía asegura que, tras investigar, esclarecer y judicializar las carpetas, sólo espera la sentencia en ambos casos.