En México son pocos los candidatos a un cargo de elección popular los que entienden que la política es una cosa cuando se busca el voto y otra, muy distinta, cuando se gobierna; en tiempos de candidatura todo son puertas abiertas, discursos a modo y festines de zalamería.
A tal grado que es sencillo para el aspirante hacer de su discurso un campo fértil de promesas; comprende con celeridad que el uso de palabras clave, que generen una expectativa sin fundamento, resultará un éxito en el juego de ganar adeptos. Y entonces hay un auto engaño porque termina cayendo en sus propios juegos, creyendo lo que no debe, y olvidando lo que sí.
El riesgo para la ciudadanía radica en que ese candidato resulte ganador y que no evite que el personaje que creó en la candidatura le devore el buen juicio.
Gobernar es administrar, no un ejercicio de competencia popular… al menos no si el político en cuestión pretende ejercer de estadista y no como un populista que únicamente quiere alimentar su ego.
Que buscar la popularidad es más fácil y cómodo que gobernar con calidad y eficiencia, se sabe, como también se reconoce que para la entidad gobernada esa postura tibia y ventajosa es, lo menos, lacerante.
Ante esto, Alfonso Durazo debe estar sumamente preocupado, pues en poco más de un año ha dilapidado gran parte del capital político con el que llegó a la gubernatura tras vencer en una contienda donde el presidente López Obrador lo llevó sobre el lomo.
Los números no mienten, las encuestas y sondeos son claros: no es un gobernador popular y no ha logrado conectar con la gente, es decir, fracasó inflándose el ego.
Encima, la situación de Sonora (economía que navega en un mar de dudas, la inseguridad rampante, las carencias presupuestales, infraestructura colapsada, etc) habla de un ejercicio de gobierno claramente mediocre.
Ergo, Durazo no tiene mucho margen: con un gobierno intrascendente y con una imagen gris y lejana, algo deberá modificarse muy a fondo si es que, como dijo ayer, quiere hacer el mejor gobierno de la historia en Sonora.
El gobernador añadió que esto no lo haría por vanidad, sino por necesidad; dados los resultados en ambos frentes (aprobación y resultados), tiene mucho qué analizar para luego tomar decisiones, pues el tiempo para pruebas terminó, urgen los resultados concretos.
La gente no es tonta, por más que insistan en creerlo.
@cmtovar