Inicio del 2022:
Un comando entra a una ciudad y la controla a base de fuego durante días.
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Un par de menores de edad son detenidos por su actividad como sicarios.
Tres policías son asesinados
El sur de Sonora suma más de cien ejecuciones.
En Guaymas llegan más y más precursores químicos.
El tráfico de personas al norte del estado no tiene freno.
La tragedia sonorense se cuenta con hechos cada día más crueles.
Mientras los casos y la percepción de inseguridad aumentan, la pregunta común es ¿y la autoridad?
Del actual gobierno estatal se esperaba, al considerar que el gobernador lideró el proyecto de seguridad estatal por más de dos años, una verdadera estrategia, una sólida ruta para reducir el impacto del crimen en el día a día de los sonorenses.
Cinco meses después, no sólo es que no existan los resultados, sino que el proyecto, si es que realmente existió, naufraga y no ve cercana una isla de certidumbre donde encallar.
Y desde la federación no parece que vayan a tirar un cable de ayuda contundente: el presidente se ha limitado a ofrecer más y más tropas, que poco han disminuido el crimen.
En los últimos días la comunicación oficial se ha centrado en presumir resultados punitivos: más detenidos, más sentenciados, más años de cárcel, más fuerza aplicada.
También en afirmar que los muertos seguramente estaban involucrados en el crimen; así, sin investigación, revictimizando.
¿Eso significa un cambio? Por supuesto que no.
Porque mientras no se hable de justicia social, de oportunidades, de políticas de desarrollo, de programas de reinserción…. No habrá modificación del entorno.
Pero, claro, para ello se requieren recursos, capacidad y tiempo, que conforman una ecuación inabordable.
@cmtovar