Los municipios son el primer eslabón de la estructura gubernamental, los más cercanos al ciudadano, la primera instancia a la cual acudir.
El problema es que, en México, éstos suelen presentar los problemas más graves, el peor rezago, las dolencias estructurales más profundas.
Te podría interesar
Debido a que durante años los municipios fueron vistos como cotos de poder regionales por los partidos políticos, la decadencia se dio a de a poco.
Y brotó en cuanto los recursos comenzaron a faltar; bajo el régimen priista, a los alcaldes se les permitió endeudarse a tope y manejar las ciudades como si les pertenecieran.
Ya sin recursos, los municipios han dependido de los gobiernos estatales y federales, tanto para obtener dinero como para mantenerlos medianamente funcionales.
Lo dicho puede ejemplificarse perfectamente con Sonora: sus municipios mantienen un quebranto no sólo monetario, sino también político y social. Les duele todo: los bolsillos, la seguridad, los servicios y la gobernabilidad.
El detalle para Sonora es que es justo en las ciudades donde todo ocurre, donde el pulso y estado de salud de la entidad se pueden palpar.
Sobra decir que, bajo tal premisa, el estado de las cosas permanece lejos de lo ideal: municipios en bancarrota, controlados por el crimen, sin desarrollo y, encima, con autoridades que actúan como caciques.
Alfonso Durazo prometió gobernabilidad, un Sonora sano, pero esto no puede lograrlo sin las acciones puntuales por parte de los alcaldes, que no han dado muestras concretas de responder al llamado del gobernador.
Es momento de que el mandatario estatal muestre sus cartas y demuestre que puede meter al redil a los alcaldes, no con fines punitivos, sino para que mejore la vida ciudadana.
Porque hay que decirlo, al menos hasta hoy, el sonorense de a pie, está solo.
@cmtovar