OPINION

¿Quién mató a Madero?

Columna de opinión de Bulmaro PachecoCréditos: TRIBUNA
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Apenas iniciado el siglo XX en México, fueron asesinados tres presidentes de la República: uno en 1913, Francisco I. Madero; otro en 1920, Venustiano Carranza; y el electo Álvaro Obregón, en 1928.

Madero fue asesinado por órdenes de Victoriano Huerta. A Venustiano Carranza lo mataron por el conflicto sucesorio con el grupo de sonorenses encabezados por Álvaro Obregón, quien también sería asesinado por José de León Toral. ¿No teme un atentado contra su vida? Le preguntaron alguna vez al general Obregón y contestó: “Cualquiera que intentara matarme sabría que cambiaría su vida por la mía”. Otros tiempos.

José de León Toral, autor material del asesinato de Obregón, murió fusilado en febrero de 1929, a casi siete meses del magnicidio. De los autores intelectuales señalados por la opinión pública, como Luis Napoleón Morones —poderoso líder de la CROM—, poco se supo.

José Rodolfo Gil Agustín Herrero Hernández, militar poblano, fue quien operó el asesinato de Carranza. Siguió en el ejército hasta que el presidente Lázaro Cárdenas lo dio de baja. Murió en el ostracismo, en Monterrey, Nuevo León, en enero de 1964, a los 84 años.

Francisco I. Madero llegó a la Presidencia a los 38 años. Nació en Parras de la Fuente, Coahuila en 1873. Ocupó el cargo del 6 de noviembre de 1911 al 19 de febrero de 1913. No pudo cumplir los compromisos que hizo con sus seguidores. No lo dejaron gobernar las fuerzas y los intereses del porfirismo que—a diferencia de su jefe—, nunca terminaron de irse, y se dedicaron a obstruir su gobierno hasta que lo asesinaron, con la complicidad del embajador de los Estados Unidos Henry Lane Wilson y una parte del ejército federal que se negó a disolver siendo presidente.

Por órdenes de Victoriano Huerta, Madero y Pino Suárez fueron aprehendidos el 18 de febrero de 1913, y se mantuvieron por varios días resguardados (presos) en el Palacio Nacional. Fracasaron las negociaciones de sus familiares y el embajador de Cuba Márquez Sterling con la gente de Huerta y el embajador Lane Wilson. Se negociaba un posible exilio a Cuba a cambio de sus renuncias.

El general Felipe Ángeles había sido aprehendido después de ellos, pero Victoriano Huerta lo exoneró por temor a una reacción del ejército.

La obra de Edgar Sáenz López: Francisco Cárdenas, una vida entre el orden y la transgresión, traza la ruta desde los orígenes hasta el final de Francisco Cárdenas, el asesino material de Madero.

“Salieron con rumbo a la penitenciaría. El coronel Ballesteros recibió el aviso de que la misión estaba por cumplirse. El viaje se realizó sin contratiempos. Los automóviles (proporcionados por el yerno de Porfirio Díaz Ignacio de la Torre) llegaron a la entrada principal del recinto y Cárdenas bajó a entrevistarse con Román Rojas, jefe de carceleros, que lo esperaba en la puerta. Intercambiaron algunas palabras y después el mayor con prepotencia ordenó a los choferes continuar la marcha hacia la parte posterior del establecimiento, con argumentos de que los prisioneros serían entregados por una puerta trasera”. “Al llegar, Cárdenas dio orden de alto y obligó a Madero a bajar del automóvil Protos con la frase ‘baje usted, carajo’”. El expresidente dio unos pasos, el rural sacó su arma y le propinó dos tiros en la cabeza. Pino Suárez salió del Peerles y corrió la misma suerte, asesinado por el cabo Rafael Pimienta, amigo de Cárdenas y reclutado por él mismo. En su declaración, Cárdenas ratifica: “Disparé sobre el Sr. Madero cuando ponía un pie en el estribo del coche, mientras el sargento Pimienta hacía lo mismo con el Sr. Pino Suárez”. ¿Como se planeó el asesinato? Cárdenas confiesa: “Como a la una de la tarde un ayudante del comandante militar de México se presentó en el cuarto del hotel en que yo me hospedaba manifestándome que el General Aureliano Blanquet deseaba verme inmediatamente. Ocurrí al llamado y una vez en presencia del referido militar, éste me dijo que el país demandaba un gran servicio de mí: El asesinato del presidente Madero. La manera brusca en que tal cosa me dijo, me desconcertó momentáneamente. De allí fui conducido a la Secretaría de Guerra, donde se encontraban conferenciando los ex generales Félix Díaz y Manuel Mondragón”. Mondragón me dijo: “No tenga miedo, no es esta la primera vez que se echa a un hombre. Es cierto, le contesté, pero jamás he dado muerte a una persona de la importancia de ésta”.

Continúa Cárdenas: “Blanquet me llevó a presencia de Victoriano Huerta. Cuando nos presentamos ante él, Huerta me dijo que los miembros de su gabinete habían acordado que se diera muerte al Señor Madero, y que por lo tanto yo debía proceder conforme a las instrucciones que se me habían dado, exceptuando al General Ángeles”. “De allí regresé al cuartel general, donde me encontré a Cecilio Ocón, acordando con Celso Acosta, el ataque simulado (a los vehículos) que debían efectuar 10 rurales”.

Dice Stanley Ross: “La escolta acribilló los carros a balazos como prueba de un ‘ataque’, y después los cuerpos fueron llevados a la penitenciaría. La autopsia reveló que Madero había muerto a causa de dos tiros que le horadaron la cabeza y Pino Suárez a causa de tres heridas en la cabeza y de cinco balazos en el cuerpo”.

Continúa Ross: “Madero, que se negó a matar, respetó la Ley y la dignidad del hombre, fue asesinado. Esos hechos, desacreditaron al gobierno de Victoriano Huerta y al Movimiento de la Ciudadela”.

Francisco Cecilio Cárdenas Sucilla nació un 22 de noviembre de 1878, en La Palma, municipalidad de Sahuayo, distrito de Jiquilpan, Michoacán. Como miembro de la policía rural (creada por Porfirio Díaz en 1880) solo se dedicó a realizar tareas menores en materia de seguridad.

Fue dado de alta en el Ejército cuatro días después del asesinato, el 26 de febrero de 1913, con el grado de mayor de caballería auxiliares. Fue dado de baja el 28 de julio de 1914 por el presidente Francisco S. Carvajal. Ante el repudio provocado por su acción y ante la caída del gobierno que lo impulsó a cometer el crimen, tuvo que irse a Guatemala, a donde llegó en agosto de 1914. El gobierno federal solicitó en diferentes ocasiones su extradición, pero sin éxito, hasta que el presidente Adolfo de la huerta lo hizo formalmente, en noviembre de 1920.

Cuando fue apresado por la milicia guatemalteca con miras a la extradición y durante su traslado a la capital, la versión oficial señala que se suicidó de un balazo en la boca con una pequeña pistola que llevaba escondida en las botas.

Dice Sáenz López: “Podemos preguntarnos cuál fue la importancia de Cárdenas. Su relevancia estriba en ser el asesino de Madero. No tomó decisiones ni encabezó grandes contingentes, fue uno más de los muchos oportunistas opositores de la Revolución Mexicana. Su estudio ayuda a entender el comportamiento de muchos militares contrarrevolucionarios. Su caso revela lo que el porfirismo heredó al maderismo, que no exterminó al Ejército Federal y eso fue lo que determinó su caída. Cárdenas fue un corrupto y arbitrario; el gobierno maderista lo toleró y el huertismo lo premió”. Tres balas de principios del siglo mexicano cambiaron el curso de la historia . Por lo menos en el asesinato de Madero si se supo, y bien, tanto del autor material (Cárdenas), como de los intelectuales ;Huerta, Blanquet y Wilson…

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