El pasado 18 de mayo, lamentablemente la prensa reportó un accidente trágico en la región de Tuxcueca, Jalisco, México. Penosamente 14 personas jornaleras perdieron la vida cuando eran trasladadas de su lugar de trabajo hacia la comunidad de Jocotepec. La mala condición mecánica del vehículo produjo que el chofer no pudiera evitar el impacto ante un muro por la falla de los frenos. Como esta situación, se acumulan centenas de casos más a lo largo y ancho del territorio nacional.
La vida de miles de familias que dependen del trabajo agrícola es muy incierta, especialmente aquella labor orientada a la exportación de hortalizas y frutas. La característica principal de estos cultivos es que necesitan mano de obra en abundancia. El problema es que este trabajo conlleva un alto grado de exposición ante distintos peligros; por ejemplo, las altas temperaturas, las intoxicaciones por agroquímicos, los constantes asaltos con violencia cuando salen de sus domicilios, hasta los terribles accidentes, en ocasiones mortales, que ocurren en las carreteras del país.
Los integrantes de las familias que están asentadas en localidades contiguas a los viñedos o ranchos, también corren diferentes riesgos al momento de trasladarse al centro de trabajo. Por eso, al momento de salir de sus hogares, siempre pende en el aire el miedo ante un accidente carretero. En repetidas ocasiones desconocen si el vehículo está en óptimas condiciones, si cumple con los requerimientos mínimos como el mantenimiento y el número de pasajeros permitidos, si el conductor está realmente capacitado; o sí las carreteras por donde transitarán están en buen estado.
En Sonora, de acuerdo con una investigación realizada en 2021 por El Colegio de Sonora, se identificaron 34 casos de accidentes de este tipo en un lapso de 8 años, con un total de 444 personas jornaleras lesionadas y 56 defunciones (2013-2020). Según esta misma investigación, las causas fueron de diverso tipo, entre ellas las relacionadas con la pérdida de control, exceso de velocidad y fallas mecánicas. Si además de esto, agregamos neumáticos en mal estado y altas temperaturas, tenemos un aumento del riesgo a que revienten. El número de defunciones puede parecer insignificante ante un aproximado de 125 mil personas jornaleras que laboran en campos agrícolas sonorense, sin embargo, la pérdida de vidas humanas difícilmente se mide su impacto en una simple sumatoria de casos.
Más allá de las cifras, es imprescindible mejorar los mecanismos de contratación, y por ende de traslado, para garantizar la seguridad y vida de las y los trabajadores agrícolas de nuestro país. La reciente aprobación de la Ley General de Movilidad y Seguridad Vial (LGMSV), junto con los reglamentos estatales y municipales, proporcionan un marco para regular y restructurar el sistema de transporte para la población jornalera. La voluntad política, por un lado, y la sensibilidad social por otra, son prerrequisitos para que se camine hacia condiciones de traslado más dignas. Es menester que autoridades gubernamentales, productores agrícolas y sindicatos, unifiquen esfuerzos para disminuir considerablemente las pérdidas de vida en los accidentes carreteros. Como dice el dicho, “más vale prevenir que lamentar”, para que no aplique una frase desafortunada que a la letra dice, “una vez ahogado el niño a tapar el pozo”. Los accidentes de trayecto en las carreteras del país son evitables y atendibles, con voluntad de los actores involucrados, con cierto empuje de la sociedad civil, se puede disminuir una de las angustias por las que pasan la población jornalera de México.