Lo que significó el entretenimiento de disfrutar de la pantalla grande, y que después de un tiempo esta preferencia se vio amenazada por quienes fueron parte de haber elegido adquirir una 'videocasetera' para rentar películas en videoclubes en los ochenta, y luego dar paso a la caída en un lapso de 30 a 40 años, llega el momento más retador para la industria del séptimo arte, que requiere de hacer todo para sobreponerse a través de propuestas innovadoras y estratégicas, que permitirían, cuando menos en la producción audiovisual, seguir teniendo el poder que significó durante más de un siglo en las arcas del desarrollo económico global, al pasar de la pantalla grande a lo que hoy se disfruta, de forma básica para muchos, en una pantalla de tan solo 6.5 pulgadas.
Porque "El cine… se ve mejor en el cine", fue una frase que llegó para quedarse en la proposición televisiva de un programa promocional de películas a nivel nacional llamado '24 por Segundo', y que marcó a una generación que realizaba visitas frecuentes a las salas de cine, como parte de las opciones para el entretenimiento y la diversión de cualquier localidad en el país.
Pero la historia se cuenta desde mucho antes, cuando el 'boom' del cine en México, hacia la mitad del siglo pasado, hace lo suyo. En una perspectiva empresarial, se desarrollaron planes de negocio que tuvieron oportunidad de llegar a cualquier rincón del país; yendo desde las carpas ambulantes del cine ‘Húngaro’, hasta el establecimiento de espacios de todo tipo, y Ciudad Obregón estuvo fuerte en este interés.
Las salas de cine llegaron a nuestra ciudad en los sesenta, y haciendo el recuento de tantas opciones, estuvieron el Cine Morelos, ubicado en la colonia Ladrillera, por la calle Huatachive entre Morelos y Yaqui. En el sector sur eran dos, uno llamado Cine Novedades, por la calle Ramón Guzmán y Altamirano; el otro, el Cine Nacional, por la calle Gregorio Payro entre Tabasco y Coahuila, conocido como 'Cine Pulmonía' por estar a la intemperie.
El Cine Mexicano, en la esquina de Allende y Nuevo León. Cinelandia, por la avenida Veracruz. Cine Máximo, en el Plano Oriente. El Cine California, ubicado por la calle California, entre Jesús García y 6 de abril. De todo este inventario de lugares para apreciar de historias reales o ficticias a través de la pantalla grande en Cajeme, no podemos dejar de hablar de un emblema en cines de aquel tiempo, ubicado en la colonia Cumuripa: el famoso Cine Pitic. Estaba por la calle Niños Héroes esquina con Campeche, y perduró de pie por años después de cerrado. Se recuerda con su colosal pared que servía de pantalla a quienes pagaban un boleto, y para aquellos que, subiéndose a los árboles o a los techos de las casas, aprovechaban de la función ‘gratis’; siendo un referente y generando espacios para el comercio ambulante, con alternativas en gastronomía regional, tales como fruta picada en vaso, tortas, refrescos, tamales, tacos, dogos y demás variedad de productos.
Esta etapa de promoción de los espacios para disfrutar de películas en diferentes partes del estado, fue respuesta de lo prolífico que fue la cinematografía en México. Esta parte de llevar a cabo el desarrollo económico local con la apertura de estas alternativas de entretenimiento fue moldeándose hacia lo que se consideró más propiamente 'chic' para la época.
Marcando la pauta para segmentar a los diversos grupos de cinéfilos en nuestra ciudad, se abría el Cinema Obregón 70, ubicado por la calle Chihuahua, entre Zaragoza y Niños Héroes, con una antesala, y un esquema de cine algo decoroso provocó que quienes disfrutaban del cine fueran dejando las opciones antes mencionadas, y éstas a su vez fueran cerrando sus puertas, para quedarse con los recintos que verdaderamente duraron más de dos décadas en la elección de los amantes del cine.
El bien conocido Cine Cajeme, a un costado de Catedral, figuró fuerte como una opción de lujo para el disfrute de películas. Los estrenos de E.T., Encuentros Cercanos del Tercer Tipo, El pájaro azul, Bambi, Superman y hasta la saga inicial de La Guerra de las Galaxias en sus funciones de matiné fueron un suceso. Había que asistir por la mañana de los domingos. Desfilaron en su cartelera, además de La Niña de la Mochila Azul, y las inolvidables de La India María, muchas producciones nacionales. Su dulcería fue característica como parte de su atracción.
El impacto de la industria internacional del séptimo arte hizo eco en nuestro país y por ende en nuestra región, y la principal firma empresarial de comercialización y distribución de películas en salas de cine, Organizaciones Ramírez, arrasaba con lo ya existente en este municipio. El cine Gemelos, se instaló por la calle 200, con una innovadora forma de vender entretenimiento a través del celuloide y con dos salas de exhibición, y con una dulcería que daba gusto para todos. Conforme la población crecía, la necesidad de abrir otro espacio del mismo giro surgía, y se instaló el Cine Gemelos Tutuli, en la plaza comercial que por excelencia es visitada por la comunidad de Cajeme.
La decadencia de los cines que hicieron gloria en los setenta, llega como exabrupto, y la competida forma de dar el servicio de los Gemelos, acaba con ellos. Primero cerraba el Obregón 70 y después el cine Cajeme terminando una época. Los Gemelos quedan para reinar durante casi 30 años, con funciones de cine que iniciaban a las 10 de la mañana. El público decidía evaluando la cartelera en el periódico o pasando por el lugar para ver los espectaculares con las películas anunciadas, o bien, habría que llamar al número telefónico del cinema para averiguar horarios en cada función. Las filas para entrar en un estreno de películas como La Laguna Azul o Pesadilla en la Calle del Infierno en los 80's; y Sexto Sentido, Titanic o Harry Potter a finales de los 90 eran interminables, y qué hablar de las salas, no cabía un alfiler, pero valía la pena asistir a lo que hoy parece estar fuera del alcance de lo que pudieran vivir las nuevas generaciones.
Las generaciones centenials son un mercado de riesgo para apostar por una opción y un espacio adecuado a sus necesidades. En la evolución de los consorcios dedicados a la distribución y exhibición de películas, aparece Cinépolis alrededor del 2006 haciendo presencia con poder, y desafía lo que se avecinaba: la ‘crónica de una muerte anunciada’. Casi a la par, llega Cinemex y entra en competencia con salas VIP, espacios amplios, con ocho salas, dulcerías con diseños vanguardistas y hasta servicio en atención personalizada, y a pesar de eso, solo se marcó el principio de la caída, esa caída que era inminente ante la inventiva de las plataformas de streaming. Pero al final, nada fue suficiente, quedando solo Cinépolis en dos opciones de ubicación, sin exhibición en espectaculares y sin la concurrencia que antes era propia de estos espacios. El tiempo, la era de la tecnología y de la información, han puesto a un lado lo que, en tradición, se vivió en el mágico Ciudad Obregón, abrazado por la tendencia y popularidad de asistir a las salas de cines, y queda la aceptación ante los cambios, los gustos y las afinidades de las nuevas generaciones que no han valorado que, definitivamente: "El cine… se ve mejor en el cine".
