No es la primera vez que un bulto de luz cruza el sistema solar y los telescopios lo notan. Pero sí es la primera vez que, al mismo tiempo, algo en el lenguaje oficial empieza a temblar.
3I/Atlas —así lo bautizaron: Third Interstellar object detected by ATLAS— apareció en octubre de 2024 en los sensores del sistema de alerta temprana de asteroides de la Universidad de Hawái, financiado por la NASA. Hasta ahí, nada extraordinario: un cuerpo pequeño, de apenas un metro de diámetro, entrando al sistema solar con velocidad hiperbólica (es decir, no está atrapado por la gravedad del Sol). Lo raro no es que exista —sabemos que deben pasar muchos—. Lo raro es cómo se contó.
Primero: la noticia no salió por una conferencia de prensa ni por un artículo científico revisado. Salió por error. Un astrónomo subió los datos a un foro público antes de que se 'autorizara' su divulgación. Alguien presionó 'Enter' sin permiso. Y en ese lapso de minutos —antes de que el comunicado oficial dijera 'no es nada relevante'—, el mundo ya estaba preguntando: ¿Qué es esto? ¿De dónde viene? ¿Por qué no tiene cola si se acercó al Sol?
Segundo: 3I/Atlas no emitió gases. No brilló como un cometa. No giró como un asteroide rocoso. Simplemente… pasó. Como si supiera que estaba siendo observado.
Ahora bien, no digo que sea una nave. No digo que venga de otro sistema estelar con intención. No digo que el gobierno estadounidense lo oculte, porque, honestamente, si supieran algo, probablemente ya lo habrían convertido en justificación para un nuevo presupuesto militar interestelar.
Lo que sí digo es esto: cuando el lenguaje científico empieza a usar los mismos eufemismos que la política, hay que sentarse a pensar.
'Objeto interestelar' suena neutral. Científico. Pero en boca de un funcionario de ciencia espacial, 'objeto' es el hermano menor de 'situación', 'incidente' y 'evento no especificado'. Es la palabra que usas cuando sí sabes qué es, pero no puedes decirlo… o no quieres asumir las consecuencias de decirlo.
¿Por qué no 'meteorito interestelar'? ¿Por qué no 'fragmento cometario'? Porque no se comporta como ninguno de los dos. Entonces, en vez de admitir 'no entendemos lo que vimos', se elige la palabra más genérica posible: objeto. Y objeto, en el lenguaje del poder, es lo que no tiene historia ni intención ni responsabilidad. Es lo que puede ser estudiado… o ignorado.
Yo no desconfío de los astrónomos. Desconfío de los comunicados.
Desconfío de la brecha entre lo que se observa en los telescopios y lo que se permite decir en los medios. Desconfío de que, en cuestión de horas, una noticia astronómica pase de 'posible descubrimiento histórico' a 'simple roca sin importancia'… sin que nadie muestre los datos crudos. Sin que nadie explique por qué esta vez no se tomó una sola imagen en espectro ultravioleta o infrarrojo cercano —herramientas básicas para caracterizar un cuerpo nuevo.
No pido que creamos en extraterrestres. Pido que dejemos de creer en eufemismos cósmicos. Porque si hay algo más peligroso que un objeto que viene de fuera del sistema solar, es un sistema que insiste en renombrar la incertidumbre como ‘normalidad’.
Y si, en vez de preguntar '¿Es extraterrestre?', empezáramos por preguntar: ¿Quién decide qué es 'normal' en el universo… y quién se beneficia con que lo creamos así?
Eso no es conspiración. Es gramática.
1CP
