La mejor forma de conocer la vida social y de noche en una localidad es salir a recorrer aquellos lugares que resultan ser íconos en ratos de diversión y de esparcimiento. En una perspectiva de negocio, en lo que corresponde a los llamados 'giros nocturnos', debe existir para todos los gustos y afinidades; ahora sí que debe haber 'para todo… y para todos'. En un referente evolutivo, a lo que fue el deleite de los fines de semana en Ciudad Obregón, en décadas pasadas, queda la añoranza del recuerdo de una ciudad enmarcada en la vida social, con lugares que fueron emblemáticos, para lo que fue tiempo de bullicio y de diversión. Entre los 60 y 70 figuraron clubes sociales con concurrencia de jóvenes para escuchar música 'de propuesta rebelde' y bailar al ritmo de lo que los movimientos disruptivos del momento permitían; los lugares eran el Social Hidalgo, el Social Constitución y el también famoso y concurrido Club Olímpico. En el marco de una ciudad en crecimiento, el municipio de Cajeme hacía lo suyo para hacer valer lo que la comunidad requería.
En escenarios de gente más 'acomodada' y como parte de la proyección del sector agropecuario en ascenso, el Club Campestre aparece para congregar a la sociedad obregonense a sus bailes tradicionales y de gala, desde el baile 'Blanco y Negro', para disfrute de quienes eran parte de un aletargado Cajeme que apenas aceleraba. Quién no recuerda los legendarios 'Bailes del Recuerdo', el 'Baile del Trigo' y 'del Algodón', que prevalecieron en la época dorada de la economía sostenida por el sector agrícola durante alrededor de 20 a 30 años, protagonizados por cada una de sus reinas.
Llegan los 80, y la visión de una localidad que se expande, en generaciones nuevas, hace una propuesta 'ad hoc' a lo demandado; el 'rock pop' y su alcance suenan por la calle Miguel Alemán, las discotecas, en cuya convocatoria estaban los jóvenes, que se sumaban a la población de 200 mil habitantes y que un gran porcentaje estaba dentro de este grupo. El 'Fierro Viejo' -Piano Bar-, que en una segunda mitad de esta década fue '¡Hola! Discoteca'; los conocidos 'Disco Music' y 'Disco Bar La Reja', ubicados en las instalaciones de dos legendarios hoteles de nuestra ciudad, recalcando que era lo 'in' en dicho tiempo, para ir a pasar una velada juvenil. Bajo un esquema distinto, surge 'Nikos', con su eslogan de 'Queso, pan y vino', ubicado en avenida Guerrero y Miguel Alemán; música de fondo y la venta de su bebida de a litro, llamada 'Desarmador', que tanto gustaba a los jóvenes, y también ahí estaba 'Bananas', por la Hidalgo y Sinaloa, en una casona antigua remodelada, con una gran participación; y que cabe señalar que estaba dividida por quienes preferían pasear por la calle Náinari, dando un ‘rol' que abarcaba desde la calle M. Alemán hasta la calle California, donde era una verdadera verbena de coches haciendo este recorrido, una parafernalia propia de la época.
Bajo otros intereses de diversión existieron el 'Oso Blanco OB', 'Mr. Bar', 'La Cigarra', 'El Toro', 'Los Jardines' y 'Charlies'. Estas propuestas dejaban a la juventud de lado, para ser parte de una mejor derrama económica de este giro en la región, con gente que tenía más poder adquisitivo, cuya diversión era pasar un rato agradable con amigos o con la pareja, ajena a la usanza de las conocidas discotecas y los espacios de intervención juvenil. En estos centros nocturnos, se disfrutaba de música en vivo, grupos musicales de fondo, un piano haciendo veladas más tranquilas y agradables.
La influencia bajo un efecto más 'cosmo' pauta otro estilo en la forma de socializar por la noche en la mitad de los 90 y en la cultura juvenil de la época; los billares, en combinación con el baile o solo la música, es la preferencia de los jóvenes; grupos versátiles como JB, Vértice y Neurona toman fuerza como parte del atractivo de estos espacios. Después de ser un local para eventos llamado 'Mauna Loa', en la calle Sinaloa y bajo una visión transformadora empresarial, se establece el 'Cheve's', marcando una época en las generaciones que vivieron la experiencia de disfrutar del billar, tarros a solo un peso y bailar con los grupos antes citados. Tanto fue el éxito de este espacio que decidieron hacer un lugar donde se alternara con un ambiente similar: el 'Baby C', algo así como el bebé del Cheve's, el cual también fue muy exitoso y bastante concurrido; y al unísono, la música de Bananas Ranas, después convertido en Barcelona, propios de este tiempo.
El nuevo milenio trae consigo una propuesta transformadora hacia una juventud más abierta en materia de diversión. Los estereotipos que encasillaban a tal o cual género, gusto o afinidad para ser parte de la vida nocturna de Ciudad Obregón se consolidan en el inventario de cuántos antros abrieron en esa época. Pueden ser muchos, con alternativas que diversificaron, en la suma, un combo de lugares para 'todo… y para todos'; alternativas de espacios con opción de música norteña, como el conocido 'Viejo Oeste' o el 'Chaparral', forman parte de ese espectro; lo que fue el 'Voices’ se convierte en una propuesta que compite con este tipo de género musical y se llama 'La Capital' -Music Hall-. Entre los antros de servicio de barra, envuelto en promociones de ser libre en determinados horarios, surgen 'El Cuartel' -Revolution Bar-, 'La Playa', el 'Segovia', 'El Jarros' y un lugar para la comunidad del ‘orgullo multicolor’ conocido como 'La Opción', que solo en la orilla de la ciudad tuvo cabida en aquel momento, conservador aún de la sociedad local. En este marco de declive figuraron hasta unos desangelados, incipientes y poco recordados lugares llamados 'Kiev', 'Tambay', 'Like' y 'La Fortaleza'; toda esta historia fluyó entre 1999 y 2009.
Es aquí donde empieza una decadencia entre las alternativas de la vida nocturna de nuestra ciudad. Los centros nocturnos se convierten en la popularidad de los jóvenes en antros; lo que era 'chic' llamar discoteca en los 80, hoy se vuelve del dominio del 'vox populi' como 'antros'. La realidad es que poco a poco van saliendo del mapa local y van desapareciendo de forma gradual, hasta llegar al inventario de lo que hoy Ciudad Obregón tiene para divertirse, que, en una comparativa de hace 30 años, resulta ser poco. Las razones pueden ser muchas: la competencia desmedida entre los empresarios, el abanico de posibilidades tan amplio, que en su momento no rindió frutos en la segmentación del mercado, la cultura de las nuevas generaciones hacia una forma de diversión en casa, los cafés, los sushis con posibilidad de echar la plática y la copa al mismo tiempo, así como el lento proceso de crecimiento económico, que fue parte desde los contextos globales hasta los locales, lo que hizo caer a este giro de negocios en la derrama económica local; ahora… Ciudad Obregón dobla la población con la que contaba en la época dorada de la vida social nocturna y, aun así, la visión empresarial está limitada a asumir riesgos que hagan a los empresarios de este tipo de negocios apostar de forma fallida a una juventud 'sui generis' en su gusto y afinidad por divertirse en la noche.
Licenciado en Administración y Licenciado en Ciencias de la Comunicación. Maestría y doctorado en Educación. Catedrático universitario: ULSA, ITSON y Tecmilenio. Capacitador de forma independiente.
